MANCHA ROJA - Momentos para discrepar

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sábado, 1 de junio de 2013

MANCHA ROJA

De los sucesos acaecidos durante los años de la República y la Guerra Civil en La Mancha se ha escrito mucho, tanto que volver a insistir sobre ello puede suponer una auténtica temeridad, dado que es muy posible que sobre el tema en cuestión ya esté contado todo lo que había que contar. Así que la primera pregunta que me surge es la de si no habré perdido el tiempo sólo para escribir aquello que otros han escrito ya, sin que ello aporte ningún tipo de nueva perspectiva o visión. Sin embargo estoy convencido de que siempre puede aportarse algo, de que puede hacerse un buen trabajo de compilación si ello supone una revisión crítica de la literatura existente, y ésta se expone con claridad de modo que se pueda ofrecer una panorámica inteligente y útil, desde el punto de vista informativo, para especialistas o gente interesada en el ramo que no hay estudiado en profundidad el problema a tratar.
Lo cierto y verdad es que aquella primera generación que no vivimos la guerra, ni su inmediata e insufrible postguerra, hemos oído hablar de ella, poco o mucho, según los casos, siempre desde el prisma que aconteció en la pequeña historia familiar. De este modo, aquel tiempo suele concretarse en una serie de recuerdos y referencias percibidas desde comunicaciones orales que nos fueron contadas por aquellos que sí la vivieron (abuelos, padres, tíos) y que nos imprimieron con ello su sesgada y en muchos casos imperfecta visión. Percibimos, pues, el acontecimiento bélico, desde el ardor pasional del lado que le todo vivirlo a cada cual, y con diferentes grados de dolor según el sufrimiento que suscitaba su recuerdo en cada interlocutor. De este modo aquellos acontecimientos vividos 80 años atrás, han marcado tradiciones políticas familiares enmarcadas bajo los etiquetados de “derechas” o “izquierdas”, según los casos, de los que se forma parte por cuestión de nacimiento, pero que después nadie se ocupa en corroborar. Así quedamos encasillados en una de las “dos Españas” por tradición o criterio popular, una condición que al menos en el ambiente rural casi nunca se logra cambiar.
Lo dramático deviene cuando uno no piensa ni se siente así, formando parte de una cuadrícula en la que por una u otra razón uno sabe no estar porque la propia evolución de su pensamiento le ha llevado a una posición ideológica distinta a toda esa tradición que tan digna o indignamente le inculcaron, tanto el propio sentir popular como en el más cercano ambiente familiar.
En mi caso particular, creo que ese es el motivo que ha hecho que perdurara en mi interior el deseo innato de querer conocer con un atisbo de objetividad todo aquello que me habían contado y que yo no alcanzaba a comprender e interpretar ¿Por qué ocurrieron aquellos hechos? ¿Cómo fue posible tanta barbarie criminal entre familiares, vecinos y conocidos?
Mancha Roja ha supuesto para mi el compendio de respuestas a tantas preguntas, obtenidas a partir de la investigación rigurosa y de la deducción lógica dimanada de la mera constatación objetiva de los hechos ocurridos. He llegado así a la manera de poder entender las razones de unos y otros, de modo que ahora me permito, si no justificar un acervo de hechos criminales, que como tales nunca podrán tener justificación, sí comprender y tolerar tanto odio y vejación como desde aquellos tiempos hemos tenido que soportar en este país de sangre caliente y poco pensar. Por ello termino Mancha Roja abogando por aceptar los hechos que ocurrieron, para disculparlos y quizá incitar el recuerdo de aquellos sangrientos sucesos, con el deseo de que nunca vuelvan a pasar. Y sin embargo, el horizonte actual empieza a presentar señaladas semejanzas… ¿Estamos seguros de tener bien aprendida la lección? …

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