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viernes, 31 de octubre de 2014

¡QUÉ COSAS PASAN EN RUIDERA!

Serían mediados los años de la década de los cincuenta del pasado siglo cuando un niño, de nombre Salvador, se puso a pescar en la laguna del Rey (lagunas de Ruidera), cerca de las compuertas de la central eléctrica de San Alberto. Por entonces, en aquella pedanía de Argamasilla, sus habitantes malvivían en un régimen de subsistencia; y un par de tencas o calandinos podían marcar la diferencia entre cenar o tener que acostarse masticando tan sólo un mendrugo de pan.

El pequeño Salvador, atento como estaba a su hilo de pescar, se sobresaltó cuando escucho que alguien a su espalda le daba los buenos días inquiriéndole a continuación el permiso de pesca y su documentación. Se trataba de un cabo de la Guardia Civil. El muchacho, asustado y mudo de pavor ante tan coercitiva presencia, sólo pudo ofrecer como respuesta el abundante fluir de sus infantiles lágrimas, emblema exacto del miedo que albergaba su corazón.

La pareja lo condujo hasta las oficinas de la central hidroeléctrica y lo dejaron en la puerta con una orden tajante: «¡Espera aquí!». Un par de horas después, atestado por medio con presencia y firma de la paterna autoridad, aquel niño volvió a su hogar.

Algunos meses después fue llamado a juicio. Cuando el juez vio ante él a aquel chiquillo, agarrado de la mano de su padre, con la caña de un ribazo, un hilo de sedal, un corcho de botella como boya, y un doblado alfiler como anzuelo, sólo acertó a decir: «¡Dios mío, qué cosas pasan en Ruidera!».

Hoy, setenta años después, Salvador es un jubilado que intenta completar su exigua pensión solicitando de las autoridades gestoras del Parque Natural que se le permita el aprovechamiento o recolección, para su consumo personal, de frutos de las plantas inmediatas al cauce del Guadiana Alto (lagunas de Ruidera), en concreto de algunas nueces del nogal existente en el paraje de «El hundimiento», algunos higos de las higueras silvestres y ciertas bayas comestibles de las que abundan allí. Y todo ello en base a considerar la condición de dominio público del citado lugar.

Por estas cosas, el antaño niño, hoy ya más que maduro vecino de la localidad, continúa sufriendo por parte de las autoridades competentes requerimientos de papeles y permisos que justifiquen el «expolio» de unos higos y unas nueces que sólo vienen a servir como postre de aquellas frugales cenas que Salvador puede hacer.

¡Dios mío, qué cosas pasan en Ruidera! Cabría escribir, al igual que hace setenta años un humanitario juez pudo expresar.

Pero aún pasan más cosas en Ruidera en lo que se refiere a Salvador. Bueno, a Salvador y a tantas cosas más…

Y como muestra valga un botón; ciertas lindezas publicadas en internet, página del foro social de Ruidera, por un asqueroso, cobarde y anónimo individuo oculto tras el seudónimo de «torrente4»:

«Hola chavalesss… q tal soy torrente, vaya noticion q me ha llegado, si si noticion, según me comunican un pajarraco sin escrupulos a escrito un libro en contra del pueblo de Ruidera y del parque natural, que clase de judas es este individuo, este tio no se merece vivir en este pueblo, hay que desterrarlo, mandarlo aunque sea al infierno, de que va este pollo por la vida, que es lo que quiere, hundirnos mas que estamos, vaya con salvatierra…»

Comentarios literales entre los que además de la calumnia y la mala leche concentrada, resulta destacable el «elevadísimo» nivel cultural y el cuidado estilo caligráfico del personaje en cuestión.

O éste firmado por otro cultivado y similar personaje al que hace mérito su seudónimo en cuestión; «toallitaswc»:

«a este tio ay ke echarlo a la mierda del pueblo, xq si esto es kerer a su pueblo que venga dios y lo vea».

Y todo ello porque este hombre, Salvador,  ha tenido a gala durante todos estos años manifestar y publicar sus opiniones personales sobre la nefasta gestión que ha adornado y sigue adornando la «peculiar historia»  del parque natural.

¡Dios mío, qué cosas pasaban, y qué cosas pasan en Ruidera! Todo un ejemplo de las libertades individuales y democráticas que se pueden defender y vivir en tan idílico lugar.

Y luego dirán que estamos en pleno siglo XXI…

¡Ya, ya, pues atrévanse a dar una vuelta por Ruidera y cuestionen abiertamente la nefasta actuación de autoridades, propietarios, terratenientes, caciques y otras joyas del lugar… Ya verán, ya, donde queda el respeto  a sus derechos democráticos y su supuesta libertad de expresión individual…!



Mariano Velasco Lizcano
Doctor en Ciencias Políticas
Presidente de ADEPHI Y AEDA 23


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