MEMORIAS DE LA TRANSICIÓN (IX): LA CONSOLIDACIÓN - Momentos para discrepar

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jueves, 19 de julio de 2018

MEMORIAS DE LA TRANSICIÓN (IX): LA CONSOLIDACIÓN




El proceso democrático se va consolidando poco a poco. Prueba de ello es que muchos de los viejos luchadores contra Franco están retornando a la patria. Porque la muerte del General parece haber marcado un hito irreversible, y muchos de aquellos intelectuales que decidieron —o se vieron— obligados a exiliarse han comenzado a volver: Salvador de Madariaga, Claudio Sánchez Albornoz, Ramón J. Sender, Jorge Guillén, Rodolfo Llopis, Dolores Ibárruri… Y la satisfacción de muchos ante estos retornos es semejante al estupor que mantienen otros.
Ya han pasado las navidades, y tras ellas otro nuevo año que comenzó. Atrás va quedando el tiempo, y con él, mi propio pasado. Hoy es 5 de enero de 1978, y acabo de escuchar que entra en vigor la preautonomía de Euskadi. Y me observo a mí mismo pensando en lo mucho que han cambiado las cosas ¡Quién lo iba a decir! Euskadi camina hacia su propia autonomía, al igual que hace unos meses lo hiciera Cataluña, y España sigue igual: ni se ha roto la unidad del Estado, ni el Ejército ha tenido que intervenir, ni nada de nada. El país sigue adelante con su proceso político, las gentes trabajan en paz y cada cual parece vivir preocupado por su propio destino sin que importe nada más. Vivo una vida tranquila donde parece que por fin voy encontrando la paz. Trabajo, llevo lo mejor que puedo mi condición militar, disfruto con mi novia y amigos los ratos de ocio y no parece que en el mundo ocurra nada más.
Así que los días y los meses se vienen sucediendo en una rutina vulgar salpicada de vez en cuando por algunas noticias que me llegan de pasada. Como la de hoy, 24 de febrero de 1978, que ha sido primera plana en todos los informativos: el vicepresidente para asuntos económicos, Enrique Fuentes Quintana, junto con los ministros de Industria, Transportes, Trabajo y Agricultura, han presentado su dimisión provocando con ello no sólo una crisis de Gobierno, sino también la primera crisis y muestra de división en la coalición de UCD. Evidentemente la concordancia de ideas y pensamientos en torno a un partido "inventado", sin ideología definida ni trayectoria histórica, no es algo fácil de lograr. Pese a ello el sistema político parece avanzar. Los diferentes estatutos preautonómicos van siendo aprobados —en marzo lo hicieron Galicia, Valencia, Aragón y Canarias— pero yo sigo ajeno a ese mundo de la política, tanto como lo vengo estando desde hace tiempo atrás.
Y así, en este suceder de días, acabo de coger mis primeras vacaciones laborales, algo que los mandos militares aún parecen respetar. Y decido salir del pueblo y viajar. Pero como he de hacerlo solo y no sé a dónde ir, decido volver a Galicia, allí donde permanece aquel trozo de familia que siempre nos acogió. Así que vuelvo a subir a un tren, como antaño, cuando apenas era un niño que salía del pueblo por primera vez. Sin embargo ahora ya soy un hombre —o al menos eso quiero pensar—, a pesar de mi joven edad. Porque han pasado demasiadas cosas en mi vida, muchas de ellas graves, y las he sabido sortear. Y ahora me veo casi un adulto, con dinero suficiente para permitirme unos caprichos y disfrutando de estas vacaciones autocosteadas por primera vez. Y soy consciente de ello. Por eso me asomo a la ventanilla, deseo aspirar ese aire frío de la noche; después me desplazo hasta el vagón restaurante donde voy a permitirte el capricho y el lujo de cenar. Me he sentado en esa mesa solitaria, enciendo un cigarrillo y solicito un menú. Al lado un periódico permanece abandonado, y recuerdo aquel tiempo en que tanto me gustaba leerlos ¡Parece que hubieran pasado mil años! Así que lo cojo y comienzo a hojearlo. Me detengo en la cabecera del primer titular: "ETA atenta contra la central nuclear de Lemoniz". Y me pongo a leer la noticia. Por ella puedo conocer que en la pasada tarde del 17 de marzo —el periódico que hojeo es del día anterior— ETA ha hecho estallar una carga explosiva de "Goma 2" en un departamento de contención donde se encontraban trabajando unas ciento treinta personas. La explosión ha causado la muerte de dos trabajadores y ha herido a otros catorce. Iberduero, la empresa propietaria de la central, estima además unas pérdidas materiales por valor de varios cientos de millones. ¿Por qué atenta ETA contra una central nuclear en construcción? —me pregunto—. ETA nunca ha tenido entre sus objetivos a trabajadores ni gente común. Siempre ha dirigido sus atentados contra objetivos bien escogidos —militares de rango, políticos, miembros de las FOP— que a su parecer simbolizan y concretan la fuerza represora del Estado español al que ellos dicen combatir. Luego entonces ¿Por qué este atentado?
La central nuclear de Lemoniz se encuadra dentro del Plan Energético Nacional. Y aunque hasta el momento su construcción y utilización no está siendo muy rentable, el Plan sigue adelante. Pero al parecer ETA no va a consentir la construcción de ninguna central nuclear en territorio vasco. Así que ahí tengo la razón. Y me pregunto por qué una organización como ETA —ilegal y clandestina, sí, y con métodos terroristas de actuación, pero también organización con fines políticos al fin— atenta contra obreros hasta el extremo de llegarlos a matar.
Me doy cuenta —cuánto tiempo hacía ya— de lo importante que es la información, y lo más importante que es analizarla para sacar la propia conclusión. Y lo enajenado que uno se puede encontrar cuando esta facultad desaparece de su haber hundiéndolo en esa mediocridad cotidiana del mero hacer… ¡Cómo ha cambiado mi vida en solo unos años! Cómo cambió cuando pasé del agro a la ciudad, y cómo volvió a cambiar cuando regresé de la ciudad al agro. Y de nuevo soy consciente de que soy parte de esa inmensa masa social desinformada, alfabetizada, sí, pero semianalfabeta funcional al quedar al margen de todos los procesos de toma de decisión. Y lo peor es que la mayoría ni siquiera somos conscientes de ello: ni nos preocupa, ni nos interesa.
Y yo me he convertido en un "borrego" más de ese rebaño al que con tanta facilidad dirige esa especie de "pastor" que es la televisión. Porque es fundamentalmente desde ella, desde donde conforman la realidad que les interesa. Y esa es la que transmiten, sabedores de que ante lo que aparece en pantalla nadie se atreve a oponer ni una duda ni objeción. Mientras, los medios críticos, el periodismo serio y de investigación, sólo están al alcance intelectual de unos cuantos; de los más formados, de esas élites que gobiernan, o de aquellas otras que al final, más tarde o más temprano, nos gobernarán. Y entonces también harán lo mismo que los actuales: manipular la información para dirigir el "rebaño" hacia donde quieren que vaya a "pastar".
Yo sé que es así, y por eso no estoy de acuerdo con aquella cita de Abraham Lincoln que leí alguna vez: "Se puede engañar a todos en alguna ocasión, incluso se puede engañar a muchos durante algún tiempo, pero no se puede engañar siempre a todo el mundo". No estoy de acuerdo porque Abraham Lincoln nunca llegó a conocer el poder casi infinito que han llegado a tener los modernos medios de comunicación. Y lo fácil que resulta su manipulación. Porque ese gran pensador y forjador de naciones jamás llegó a conocer el poder mediático de la televisión.
Eso es lo que pienso esta noche en este solitario vagón restaurante, algo que aunque en este momento ni siquiera imagino, hace que un sentimiento quede grabado en mi corazón: lo importante que es el conocimiento, la cultura, el estudio y la lectura para la realización personal de cada ser. Y pienso que el día que dejé la facultad para volver al pueblo, dejé atrás mucho más que una carrera sin acabar, porque con ello cercené toda posibilidad de promoción personal.
Y valoro con total claridad la importancia que en la vida de una persona tiene la condición de aprender. Porque no se trata de aprender algunas cosas solo por placer o por mera necesidad. Se trata de hacer de la vida un aprendizaje continuo aunque solo sea para enriquecerse uno cada día un poco más. Hay miles, millones de personas —me digo— que vagan por la vida sin encontrar un fin concreto por el que valga la pena vivir. Son personas que caminan a merced de los vientos; su único horizonte parece consistir en acumular bienes materiales. Otras, los menos en cambio, intentan actuar moviéndose bajo el amparo de amplias aspiraciones e ideales, marcándose objetivos elevados en sus vidas, trazándose caminos que sirven a la humanidad y les ayudan a crecer. Son ese tipo de personas las que siempre están alertas con su aprendizaje, persiguiendo las metas que se propusieron. Y aunque nunca las alcancen, saben en cambio lo lejos que llegarán.
El aprendizaje continuo —ahora lo sé bien— da siempre un sentido al camino, constituye la base que ayuda a crecer. Así que no puedo permitirme olvidar que el verdadero sentido de la vida se va haciendo a lo largo de la existencia en la medida en la que uno vaya haciendo realidad su propio proyecto personal. Así que más vale que deje de lamentarte de todo, que abandone esa especie de apática "seguridad" en la que me he instalado y que me proponga un programa de reciclaje continuo basado en la convicción y en la confianza de que nunca debería dejar de aprender. Estudiar, tendría que plantearme volver a estudiar: ¡Eso sí que constituiría todo un proyecto de superación personal!

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