LA BRUMA VERDE (RESEÑA); por Mariano Velasco Lizcano - Momentos para discrepar

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miércoles, 24 de agosto de 2022

LA BRUMA VERDE (RESEÑA); por Mariano Velasco Lizcano

 
Volver a reseñar las obras que puedo leer, era una tarea que desde hacía tiempo me había propuesto hacer. Porque, si bien es cierto que, en esta tarea, he tenido momentos de pleno auge y actividad; también es cierto que a ellos les sucedieron otros de hastío e inactividad. Y para justificar unos y otros, siempre encontraba razones: y es que, ¿quién no tiene “razones” para justificar aquello que en cada momento hace o deja de hacer?
Pues, así, cuando hacía esas reseñas, me parecía realizar un buen ejercicio de crítica literaria que siempre ayudaría al autor; no solo a dar a conocer su obra, sino también a transmitirle aquellas sensaciones o dudas que me producía, pero siempre con “buen rollo”; es decir, como de escritor a escritor.
Y cuando no las hacía, lo justificaba por aquello de no hacer comentarios negativos de lo que no me llenaba, fuese cual fuese la razón. Al fin, ¿quién era yo para publicar nada negativo de cualquier escritor?
Si ahora recupero esta tarea, ello tiene un motivo: dotar de contenido literario a la nueva versión que pretendo implementar sobre mi blog Serie literaria “España en guerra”: una bitácora que nació para debatir sobre esa serie literaria en concreto, pero que, pasado ya su momento, no tiene objeto su continuación.
Y establecido en forma de preámbulo el porqué de volver a reseñar; pasemos a dedicarnos a la que será el objeto de hoy: La bruma verde; una obra de Gonzalo Giner, que aun no siendo de sus más afamadas, a mí, personalmente, me ha causado una honda impresión.
Iniciemos, pues, esta reseña presentando al escritor de manera que podamos conocerlo mejor.
Gonzalo Giner nació en Madrid; está casado y tiene dos hijos. Es veterinario, especialista en nutrición animal, y master en dirección de empresas por el IESE. Ello le permitió realizar tareas directivas y de marketing en grandes compañías vinculadas a la economía, la producción ganadera y el medio rural. Su otra gran pasión ha sido y es, el estudio y conocimiento de la historia. De modo que, profesión y afición, le llevarían directamente al mundo de la literatura.
La Cuarta Alianza sería su primera incursión; un éxito que cuenta con numerosas reediciones y una importante proyección internacional al traducirse hasta en seis idiomas. Siguió El secreto de la logia, para seguir con El sanador de caballos, la novela que ya lo ensalzó como un súper ventas. Desde entonces, las novelas históricas de Gonzalo Giner, han constituido una sucesión de éxitos, otorgándole miles de seguidores y un público fiel.
Y llegado a este punto, no puedo dejar de reconocer que, a mí, personalmente, El sanador de caballos no me convenció. La consideré una mera novela de aventuras que rozaba la inverosimilitud en demasiados pasajes, y que alargaba sus páginas de forma intencionada para contar y decir aquello que se podía haber dicho con solo la mitad. Esto me apartó del escritor en un primer momento.
Pero, posteriormente, pude leer grandes elogios sobre otra de sus novelas: La bruma verde; centrada en África; más concretamente en el corazón de la República Democrática del Congo, y en sus selvas tropicales, hoy gravemente amenazadas y en claro peligro de extinción.
Yo he militado durante más de treinta años en el movimiento ecologista, motivo que me llevó a interesarme por esa nueva obra de Gonzalo Giner. Y no me decepcionó su temática desde los primeros momentos de su lectura: la destrucción de aldeas y aborígenes por mercenarios al servicio de grandes corporaciones para adueñarse de sus tierras y explotarlas sin límites; la “madre selva” con sus distintos hábitats y sus familias de primates y vida salvaje; la ambición del primer mundo por adueñarse de la tierra, destruyendo flora, fauna y vida salvaje; el trabajo esclavo, la corrupción, la violencia y la muerte, la extinción de la masa forestal y la caza furtiva.
La novela desarrolla una trama en la que tiene cabida el amor, la angustia y desesperanza, y una subtrama casi de novela negra basada en el secuestro y asesinato de Beatriz, una cooperante española a la que su padre, y Lola, su amiga más fiel, van a buscar.
Pero esta trama, bien hilada, por cierto, me ha interesado mucho menos que el grito de alerta que supone la constatación de que los seres humanos somos capaces de corromper cualquier cosa por dinero y ambición; la denuncia de una situación invisible para Occidente, el expolio de las grandes riquezas de materias primas del continente africano, y la deforestación salvaje de sus selvas para convertirlas en suelo de cultivo intensivo y especulación.
La bruma verde no es una novela “ecologista”, pero si encierra, en cambio, mucho sentir naturalista; probablemente todo el que encierra el corazón de Gonzalo Giner, veterinario de vocación.
Y, por eso mismo, la recomiendo leer. El conocimiento de los problemas medioambientales es el primer paso para alcanzar su solución. Además, ya se sabe, del naturalismo al ecologismo, solo se trata de tensar un poco más el arco del compromiso con la naturaleza, un paso que novelas de este estilo ayudan a dar.
Enhorabuena por La bruma verde, Gonzalo Giner.

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