El 18 de febrero de 2014, en el complejo del Colegio de Guardias Jóvenes
“Duque de Ahumada” en Valdemoro, el teniente coronel, Antonio Tejero Díez,
jefe del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) número 1 de la Guardia Civil,
celebró en las instalaciones oficiales de dicho grupo una comida a la que
asistieron como comensales personas que en su día fueron condenadas por el
golpe de Estado del 23 F, aunque no fueron expulsados de la carrera militar.
La presencia de golpistas, como Antonio Tejero Molina, padre del jefe de la
Unidad, condenado a treinta años por el asalto al Congreso de los Diputados el
23 F, y otros implicados, como el ex capitán Jesús Muñecas Aguilar, condenado
a cinco años y acusado como torturador por la juez argentina que investiga los
crímenes del franquismo, suscitó desavenencias entre los oficiales de la
agrupación — por lo inadecuado de esta actuación en un acuartelamiento
militar—, y su comandante en jefe, lo que, con mucha posibilidad, provocó la
posterior filtración a los medios de comunicación.
El teniente coronel Antonio Tejero Díez, peyorativamente conocido en la unidad
como “Tejerín”, dio orden de que no se registraran los datos de sus invitados.
Aunque se sabe que eran una docena, en abrumadora mayoría vinculados al 23 F.
Lo sorprendente es que, oficialmente, el ministerio de Interior, tardó un mes
en enterarse de la celebración de este acto absolutamente improcedente en un
acuartelamiento de la Guardia Civil. Y aún ello lo fue como reacción a la
petición enviada por El País a la Dirección General de la
Guardia Civil, fruto de lo cual se inició una investigación interna en la que,
Tejero Díez, asumió la responsabilidad del acto. Como consecuencia de la
investigación, el ministro de Interior cesó en el cargo como jefe del Grupo de
Reserva y Seguridad, número 1, al teniente coronel Antonio Tejero Díez.
Operación FÉNIX, toma este hecho real como referencia para dar inicio a una novela que he
pretendido encajar dentro del “género negro”, un tema que me apasiona, pero
que hasta ahora no me había atrevido a afrontar. Y la enmarco en el “género
negro” porque no se trata de una mera novela policial, sino de una mezcla de
materias que la convierten en una visión histórica de la realidad al reflejar
las vivencias de la sociedad que comparten.
Se inicia con un hecho delictivo que ha de ser investigado por dos oficiales
de la Guardia Civil —el capitán Ezeiza y la comandante Arsuaga—, a los que se
facilitan pocos medios para llevar a cabo su investigación.
No obstante debo aclarar al futuro lector que, si bien la trama de la obra
bebe sus fuentes en acontecimientos reales que en su momento fueron
convenientemente divulgados por los diferentes medios de comunicación, el
resto de la obra constituye una trama ficticia sin ninguna base en la realidad
social. De modo que nombres, personajes y situaciones son consecuencia,
exclusivamente, de la imaginación del autor.
También la elección del formato como “novela corta” es una decisión medida del
propio autor, de por sí receloso siempre, cuando no totalmente discrepante,
con esa tendencia actual hacia las obras voluminosas de centenares de páginas
que se escriben bajo las exigencias de la imposición editorial.
Creo, sinceramente, que muchas buenas obras pierden gran parte de su calidad
por el único motivo de tener que cumplir esos imperativos estándares. Baltasar
Gracián decía que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Aserto que tomo como
guía y en el que procuro afianzarme.
Es por ello que esta intromisión en la novela negra la he pensado como una
sucesión de novelas cortas que el lector podrá leer en una sola sesión.
Entretenimiento puro para una tarde de evasión.
Y aunque es cierto, también, que ello puede ser sinónimo de intrusismo y falta
de pericia por parte del escritor, ello no es algo que me preocupe. Al final
no puedo controlar la reacción y el sentimiento con el que será recibida la
serie de la que ésta novela constituye su primera entrega. Lo que sí puedo
desear es que guste a los lectores. Para ello le he dado el formato que —en mi
opinión— más se acerca a la cuestión.
Espero haber acertado con ello.
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