DE AGUSTÍN MORENO, EL EJEMPLO - Momentos para discrepar

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miércoles, 29 de agosto de 2018

DE AGUSTÍN MORENO, EL EJEMPLO


Reconozco que en el momento actual, y en lo referente a la vida social, hay pocas cosas que puedan llegar a sorprenderme, y mucho menos aún que me puedan emocionar hasta el punto de hacer que me pare a pensar o a meditar sobre dónde me encuentro en relación a mis propios valores y creencias; esto es, que sean capaces de llevarme a analizar críticamente la coherencia o no de aquello que hago cotidianamente en relación a lo que pienso y siento, y si mi actitud y comportamiento guarda coherencia con ello.

Pues algo así me ha ocurrido al visionar el vídeo de la despedida que los alumnos de un instituto de Vallecas ofrecieron a Agustín Moreno, profesor de historia, en el momento de abandonar su centro con motivo de la jubilación: un pasillo de numerosos alumnos que aplaudían al veterano docente "a rabiar": https://www.youtube.com/watch?v=6zYgOi-b1Bk "Esto si que sí es un buen final laboral" —me dije al contemplar esas imágenes—. ¡En Vallecas y en el tiempo actual; chavales quinceañeros aplaudiendo a un "viejo" profesor de historia: "Este hombre tiene que tener algo especial" —pensé inmediatamente.

Reconozco que nunca antes me había preocupado por conocer la trayectoria de Agustín Moreno —mea culpa—, pero también reconozco que mi interés se despertó de forma inmediata, así que comencé a buscar… Y me encontré con un sindicalista que había sido procesado en tres ocasiones durante el franquismo por su militancia sindical; que fue secretario confederal de acción sindical de CCOO de 1976 a 1996, que fue postulado a suceder en el cargo a Marcelino Camacho, y que cercenó sus posibilidades por mantener precisamente la coherencia de sus creencias y postulados, no aceptando la línea oficialista de CCOO y organizando el sector crítico del sindicato; un sector que en la actualidad agrupa al veintitrés por ciento de sus militantes.

Pero si algo hizo además Agustín Moreno, tras su defenestración del cargo confederal que ostentaba, eso fue presentarse a unas oposiciones para profesor de secundaria, aprobarlas y dedicar los veintidós últimos años de su vida laboral a la enseñanza con dedicación plena y extrema a sus alumnos, a los que aún hoy se jacta en reconocer "haberlos tratado siempre como a personas, no como herramientas".

La lección que dimana de este ejemplo de vida, al menos a mí me resulta obvia: Agustín Moreno es uno de esos hombres de los que tratan cada día de hacer un poco mejor la vida de los demás; de los que saben del valor de las cosas simples, como esbozar una sonrisa o desear los buenos días. Es también un hombre de esos que sienten pasión por lo que quieren, que transmite positividad y sensatez en lo que hacen, que perseveran en lo profundo de sus convicciones. Se podrá estar de acuerdo o no con sus ideas y sus creencias, allá cada cual, pero desde luego lo que no se puede dejar de admirar es su hombría de bien y su enorme integridad.

Felicidades, profesor, por esa despedida de sus alumnos por la "puerta grande". A mí también me hubiera gustado poder aplaudir públicamente toda su dedicación.



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