UN HOTEL EN NINGUNA PARTE - Momentos para discrepar

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sábado, 24 de agosto de 2019

UN HOTEL EN NINGUNA PARTE

Considero que una de las cosas más difíciles para un escritor autopublicado —novel o no—, consiste en vender sus libros. Y digo esto, porque si hace algunos años lo más difícil del mundo para cualquier escritor novel era publicar, esto se superó con la entrada en escena de las editoriales de autopublicación. De pronto fue como si un faro iluminara la oscuridad, para que todo autor pudiera ver publicada su obra de una forma asequible en lo económico, aunque con los grandes hándicaps de su promoción y distribución, que ahora constituirían la verdadera “bestia negra” del escritor. Es decir, el reto, desde ese momento, paso a ser el cómo vender esos libros que con tanto orgullo se había autopublicado el autor.
UN HOTEL EN NINGUNA PARTE
Portada libro
Y puedo asegurar, por propia experiencia, que la tarea exige un esfuerzo titánico que pocas veces producirá satisfacción, porque colocar un centenar de libros en el mercado, en la mayoría de los casos, ya supone un éxito, no digamos si somos capaces de colocar medio millar.
Es por eso que me he interesado, y mucho, por seguir las claves de aquellos autores autopublicados que, de una forma u otra, han conseguido éxitos de ventas y cierta fama posterior. Es el caso, por ejemplo, de Mónica Gutiérrez Artero, una joven escritora a la que, según sus propias palabras, le gusta escribir “historias acogedoras, con sentido del humor y mucho encanto, para que los lectores puedan sentirse bien mientras leen”.
Un hotel en ninguna parte llegó a mis manos casi de casualidad, atraído tan solo por una sugerente portada —para que luego digan del valor y la importancia de elegir una buena portada— llena de verdor; una exuberante vegetación que rodea una pequeña verja que parece invitarte a entrar hacia un lugar que inspira paz y tranquilidad.
Después indagué más en sus datos de edición: una muy buena calificación en “ficción sobre mujeres” —465 en el ranking Amazon— y 232 opiniones de clientes. Sin duda una autoedición que había logrado vender. Así que decidí, pese a la reticencia que me ofrecía su calificación como “ficción para mujeres”, arriesgarme en su lectura, toda vez que lo que yo buscaba eran las claves de ese triunfo de autoedición.
Emprendí la tarea con no buen ánimo, pues sus primeras páginas, como esperaba, me supieron como a un dulzor excesivo y empalagoso de novela rosa y sentimental. Sin embargo, ya encontré una técnica literaria que me sorprendió: se trataba de una novela del género epistolar, adaptada al giro de las técnicas electrónicas dominantes; es decir, utilizaba el e-mail sustituyendo a la epístola tradicional. ¡Verdaderamente ingenioso; buen golpe de autor!
Seguí leyendo; y para mi mayor sorpresa la trama fue agarrándome; los personajes se definían en claras contraposiciones de personalidad, y una historia que se presumía plana, sin giros ni imprevistos, insulsa en su ñoñez, empezó a dejarme un gusto placentero; no sé, una especie de serenidad que hacía que uno quisiera encontrar un lugar así ¿Dónde estaban los valores literarios que hacían posible esta transformación?
Sin duda en las descripciones y recreación de un lugar donde la maldad ha desparecido, sustituida por los valores positivos que hacen decididamente amable la vida: la bondad, la ayuda, la comprensión mutua, el amor. Todo ello, además, rodeado de una gran habilidad para hacernos sentir olores, sabores, y otras cosas más profundas como el amor y la amistad. Una prosa, pues, capaz de hacerte creer que el mundo no es tan gris.
Me ha gustado, sí, Un hotel en ninguna parte, pese a mis muchas reticencias iniciales. Me ha enganchado la obra, impeliéndome a leer hasta acabar. Y me ha dejado un buen sabor de boca: como a un placentero gusto de tranquilidad y sencillez. Motivos más que suficientes como para recomendar su lectura.
Lo que no he conseguido, en cambio, es encontrar clave alguna del porqué de su éxito editorial ¡No es una obra maestra, desde luego! Ni tan siquiera podría calificarla, a mi propio entender, como una obra excepcional. Y sin embargo se ha vendido con fluidez afamando a su autora… ¡Todavía me pregunto por qué!

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