Soy de aquellos que piensan que, en la vida hay que leer de todo: lo bueno, lo regular, lo malo; lo que nos gusta, lo que no nos gusta. Y ello, por la convicción absoluta de que de todas las lecturas siempre se saca algo; de todas se aprende algo nuevo. Si además se consigue disfrutar de ellas: “miel sobre hojuelas”; el premio será de lo mejor.
Y es por esta especie de convicción por la que me resulta suficiente conocer, de cualquier forma y/o manera, alguna obra recomendada, para que deliberadamente la apunte en mi subconsciente y ya no pare hasta conseguirla y poderla leer. Lo cual, dicho sea de paso, no supone ninguna virtud, porque a fin de no llegar a bloquearme, he tenido que desarrollar una especie de recelo especial a fin de evitar tanta “recomendación”.
La fuente de oro ha sido una de esas recomendaciones que me han llegado a través de alguno de los grupos literarios de Facebook a los que estoy suscrito. Ambientada en el Jerez de los famosos bodegueros en los tiempos de finales de los años veinte, hasta comienzos de los cuarenta del siglo pasado.
La recomendación que me subyugó la calificaba como una obra encantadora e interesante de principio hasta el fin.
La novela es obra de Juan Pedro Cosano, un prestigioso abogado jerezano vinculado a casos judiciales muy mediáticos, como los del ERE o la GURTEL.
Del autor podemos comentar que su inicio literario lo fue como poeta, consiguiendo en este género algunos galardones, ya en época tan temprana como la del año 1988. Posteriormente autopublicó su primera novela, Hispania, en 2005. Pero su verdadera eclosión como novelista llegaría en 2014, cuando resultó ganador del V Premio Abogados de Novela, que concede la editorial Martínez Roca, vinculada al Grupo Planeta, con su novela El abogado de los pobres.
La fuente de oro es ya una novela de madurez. Describe las peripecias e imposible coexistencia de la aristocracia andaluza, la alta burguesía con muchísimo dinero, y una clase obrera y jornalera pobrísima, siempre al límite de la subsistencia. Todo ello en el marco histórico del final de la Dictadura de Primo de Rivera, la proclamación de la II República, los estallidos revolucionarios que se dieron en ella, la Guerra Civil, y los años posteriores de inmediata postguerra. Lo que, escrito así, parecería calificarla de antemano como una obra de absoluto interés.
La novela está muy bien escrita, algo que sorprende cuando se llega a saber que se realizó por encargo de la Editorial Planeta, que buscaba una obra inspirada en el Jerez de las grandes bodegas, y que ofreció realizar a Juan Pedro Cosano, quien aceptó el reto sin dudar. Y no le salió nada mal, precisamente.
Recrea perfectamente la vida cotidiana de la época y los hechos políticos que la caracterizaron. De singular interés resulta la constatación de la connivencia entre los grandes burgueses y bodegueros jerezanos, con la derecha recalcitrante contraria a la República, a la que no solo apoyaron, sino que también financiaron.
¿Tiene algún hándicap la novela? Sí; en mi opinión; al menos para mí: la trama romanticona del amor imposible entre don Beltrán de la Cueva, un joven y poderoso bodeguero, y Lele Gavilán, una de sus empleadas dotada de una espléndida belleza, con todos los ingredientes del más puro rosa romántico (casi hasta caer en el folletín) y el inesperado giro hacia un final de cuento feliz. Trama, quizá, muy del gusto de los amantes de la novela romántica, pero excesiva, a todas luces, para los que busquen en ella el perfil histórico y etnográfico del antaño poderoso Jerez del señorito andaluz.
Recomendaría, pese a ello, esta novela… Pues, para un lector con mis prioridades lectoras (historia, filosofía, política); no. Para un lector de romances o en busca de entretenimiento, sin duda alguna: le gustará.
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