Todas las cosas tienen su final inevitable: incluso la vida. Así que esta obra
no iba a suponer ninguna excepción: su final tenía que llegar. Y llegó tras un
año de obligada dedicación. Y todo ello con el único fin de pergeñar una
reflexión filosófica que ofrecer al lector como una propuesta de meditación
personal para cada día. La obra requerirá, por tanto, una lectura pausada y
profunda —no es lectura superficial, ni de tirón; o al menos, no es así como
ha sido concebida—; sino una lectura que debería ser capaz de ofrecernos eso
de lo que tanto carecemos en el momento actual: un poco de tiempo diario que
dedicarnos a nosotros mismos. Un tiempo para parar, aprender, comprender y
meditar; tiempo de vida, en conclusión.
Desearía también que el lector fuera capaz de extraer su propia conclusión
sobre estas reflexiones; bien en forma de pensamiento, bien en forma de
comentario; tal y cómo él autor hace y expone tras cada meditación. No es una
obra de lectura pasiva, por tanto, sino una propuesta de participación diaria
activa ante cada pensamiento en cuestión.
Las reflexiones diarias que contiene este texto no son fruto propio del autor,
sino que hunden sus raíces en el pensamiento filosófico clásico, concretamente
en aquel que corresponde a la escuela estoica; si bien, sus postulados han
sido adaptados al momento actual. Enseñanzas universales válidas, pues, para
todos los tiempos.
En cambio, los comentarios que suscita cada reflexión, sí que son fruto del
pensamiento del autor. Es decir, cada comentario contiene la reflexión que el
pensamiento filosófico reseñado suscita en el autor. Un ejercicio similar al
que se le pide al lector, en la convicción de que esta lectura ha de
realizarse con la misma dedicación que se empleó para escribirla. Solo así
alcanzará su objetivo final que, insisto, no es otro que persistir en el valor
fundamental de pensar las cosas y disminuir el ritmo y la velocidad trepidante
de la forma de vida actual.
La obra se enriquece, además, con la colaboración gráfica de artistas,
pintores y fotógrafos, que han aceptado colaborar en el texto aportando una
muestra gráfica de su propia obra creativa. Dichas obras han sido acompañadas
de citas mínimas de los autores que, con mayor o menor acierto, intentan
encajar sus propias obras en el contexto de la meditación filosófica del día
en cuestión. Mi agradecimiento a todos estos colaboradores es inmenso. Su
pequeña presentación se incluye al final de la obra para un mejor conocimiento
del lector.
Y nada más. Desear que la obra tenga buena acogida, y, sobre todo, que sirva
de inspiración al inquieto lector.
***
Creo que, más que como especulación, el autor considera la filosofía
como un modo de vivir. Sus textos nos instan a prevenir, a lograr una vida más
plena, a centrarnos en el presente, a emplear la razón en toda circunstancia,
a esforzarnos en dominar los impulsos, a no estancarnos en un logro alcanzado,
sino a utilizarlo como un trampolín para un nuevo proyecto, a desechar las
emociones negativas, a esquinar las situaciones tóxicas, a practicar la virtud
razonable, a no juzgar, a no obcecarnos con la ambición de lo corriente, a
valorar lo que podemos tener para ser felices, a tener paciencia con los
cambios del medio, a valorar el ahora y el esfuerzo cotidiano para aprender, a
valorar razonablemente lo relativo, la tranquilidad y los valores positivos, a
dar a la muerte su importancia justa, y a aprender a respetar a los sabios.
***
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