Debo reconocer que, para un servidor, el hecho de reseñar una obra literaria
supone, además de un reto, una doble causa de satisfacción: primero, por el
propio contento que emana de la lectura de la obra; segundo, por el tiempo de
investigación dedicado al conocimiento del autor reseñado. Algo que me resulta
de tanto interés y valía como la propia lectura de la obra del escritor.
Y ello porque siempre he pensado, y sigo pensando —tal vez por mi propio hacer
de investigación sociológica—, que las “historias de vida” suelen ser una de
las mejores fuentes de información para conocer, a aquel o aquellos, sobre los
que se pretende escribir.
Y, ciertamente, la indagación sobre José Zoilo Hernández, autor de
El alano, la obra que pretendo reseñar, me ha resultado, no solo de interés, sino
ciertamente agradable de investigar. Pero vayamos al caso del por qué.
José Zoilo Hernández nació en 1977, en San Cristóbal de la Laguna, isla de
Tenerife. Es biólogo de profesión y desarrolla su trabajo en el ámbito del
desarrollo rural. Ahora, también, ejerce como consagrado escritor profesional.
El éxito literario a José Zoilo, le llegó con toda rapidez; desde luego,
merecidamente. En 2020, con El alano, resultó ganador del Primer Premio de Novela Histórica de Pozuelo de
Alarcón. Y desde entonces, todas sus publicaciones han sido sinónimo de éxito.
Lo anecdótico de José Zoilo corresponde al hecho de que su llegada al mundo de
la literatura no deviene de una larga trayectoria vocacional, sino de una
afortunada casualidad: el regalo, por su esposa, de un portátil, con la
condición de que escribiese una novela. Después, su amor por la historia,
consiguió que El alano se transformase en una genial realidad.
El personaje principal de la obra, es Attax, un alano sobreviviente a la
destrucción de su pueblo por parte de los suevos, que decide luchar con las
tropas mercenarias de un general vándalo, antiguo protector suyo, para impedir
una nueva razzia de los suevos por el sur de las Hispanias. Perdida la
batalla, hecho prisionero y esclavizado, sus andanzas nos hacen recorrer
múltiples vicisitudes que resultan pinceladas de aquella desconocida época de
la vieja Hispania.
Existe una investigación histórica previa, por parte del autor, que le llevó
casi un año de duración. Bien documentado, pues, selecciona determinados
hechos históricos para forjar momentos claves en su trama.
Y quizá sea aquí donde se encuentra, a mi parecer, el principal hándicap de la
novela, al quedar demasiado diluida la historia real, dentro de la trama
ficticia que configuran las aventuras de Attax.
¿Eso es algo que desmerece la obra? Pues dependerá del lector en cuestión y de
su interés. Aquellos más avezados que buscan una mayor profundización en el
conocimiento histórico, es probable que queden relativamente defraudados. En
cambio, aquellos otros que buscan una novela amena y entretenida, que, a la
vez, les proporcione un cierto conocimiento histórico, quedarán más que
complacidos. La trama es sencilla, pero fiel con el tiempo, vida y costumbres
de los pueblos bárbaros del siglo V. La prosa fluida, sin subterfugios ni
grandes alardes, y las descripciones fantásticas. En resumen, una novela que
apasionará a la mayor parte de sus lectores.
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