LA JUVENTUD PERDIDA
Muchas son las veces que me he
preguntado qué puedo esperar de la vida ahora que hace años que ya dejé atrás
la juventud ¿Quizá la vida deja de ser interesante por esta razón? —me
pregunto—. Y pienso que la respuesta dimana de una sola cuestión ¿Soy feliz? ¿Sigo teniendo razones para serlo? Esa
es la cuestión. Y sobre ella ya no me quiero engañar. Porque sé que soy una
persona dolida y precaria, un hombre que lleva heridas en su interior desde el
principio mismo. Por eso estoy pasando toda mi vida adulta vertiendo palabras
como sangre en el papel. Porque ya no encuentro otras recompensas, alejado de
aquellos pequeños placeres que podían suponerme viandas, viajes, diversiones o
alcohol.
Así que escribo porque estas letras
me sirven como muletas para mantenerme erguido y poder moverme por el mundo.
Conozco, pues, lo que necesito para ser feliz en mi momento actual. Y hasta soy
consciente de tenerlo. Ya no ansío el aplauso o la aprobación externa, sólo
deseo aprovechar el tiempo para hacer las cosas que quiero hacer. Y además soy
capaz de apreciar lo que tengo cerca; la belleza de cualquier momento y
cualquier lugar… No es poca cosa… Así que no me preocupa en exceso justificar
la razón de escribir estas reflexiones ¡Simplemente me hacen feliz! Y todo lo
demás parece sobrar. Porque he pasado demasiados momentos de mi vida asustado,
con miedo, casi enfermo de preocupación, mi estómago y mi vientre destrozados
por tan pueril situación.
Por eso ahora que ya me aproximo a
esa etapa en la que voy a tener que pagar inexorablemente tributo a la vejez,
en la que veré peor, oiré con más dificultad, seré más torpe al aprendizaje y
más olvidadizo con todo lo que aprendí, ya no puedo seguir viviendo de la fatua
vanidad. Mi único objetivo ha de ser intentar trasladar o dejar constancia de
aquellas cosas que aprendí en el deseo de que puedan servir al menos como tema
de meditación, ya que no de consejo u orientación. De cualquier forma son
lecciones de vida: "Historias de vida" las denomina la ciencia
sociológica; en cualquier caso una manera interesante de dejar constancia del
paso del tiempo, los usos, modos y costumbres de una determinada sociedad en
un momento histórico determinado, y las
reflexiones y lecciones que todo ello me suscitó: ¡No es mala pretensión!
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