EL CONFLICTO CATALÁN - Momentos para discrepar

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jueves, 16 de agosto de 2018

EL CONFLICTO CATALÁN

Me gustaría pensar que el conflicto catalán tiene solución. Aunque no lo creo: podrá tener o sufrir una especie de dilación o suspensión en el tiempo —pacífica o violenta— pero no le encuentro ninguna solución inmediata. Porque cuando un pueblo, manifiesto en la voluntad política de sus gobernantes electos, decide seguir un camino, no hay fuerza militar, política ni humana que lo pueda detener. Al menos eso creo yo, por mucho que nos "rasguemos las vestiduras" ante semejante opinión.
Porque en Cataluña se ha iniciado una revolución no violenta. Aunque tampoco es pacífica. Y frente a ella solo caben dos posibilidades: o la violencia coercitiva del Estado, o la discusión y el debate a través de la vía constitucional. Porque nadie duda que la violencia puede emplearse en cualquier momento. Lo que sí se duda, en cambio, es de si se puede dialogar en busca de una solución dentro del marco constitucional.
Y a este respecto lo que cabría decir es que la Constitución no pone límites —salvo los procedimentales— a su propia reforma. Por tanto el diálogo es posible. Y también la solución pactada. Por más que implique reformar la constitución. Estamos, pues, ante un dilema: violencia frente a deliberación. Y España, es decir, la nación española tendrá que decidir qué carta jugar. Pero hagamos un ejercicio de mera hipótesis: un esfuerzo puramente de imaginación. Supongamos que en un atisbo de sensatez política, el Gobierno de turno apuesta por la vía del diálogo, en vez de la Guardia Civil y las Banderas de la Legión ¿Qué podría ocurrir? ¿Qué se puede argumentar frente a ese "derecho a decidir" que se atribuye el independentismo catalán? Pues fundamentalmente que todos tenemos el derecho a decidir ¿Quién podría negarse a ello? ¿Quién respondería "no" a la pregunta de si quiere decidir o no? Pues si todos aprobamos el derecho a decidir, lo primero que habría que recordar es que también los catalanes participaron en la creación de nuestro actual marco constitucional; que ya decidieron junto con el resto del pueblo español, y que lo hicieron con una participación superior —un punto por encima— que el conjunto de la Nación, y con una afirmación positiva tres puntos por encima de la media nacional. Es decir, casi dos de cada tres catalanes aprobaron la Constitución. Por tanto, la modificación del texto es el único camino lógico si se pretende cambiar el estatus territorial.
Es decir, la soberanía del Estado español reside en todos sus ciudadanos, y no se constituye por una mera suma y agregación de las partes. Pero por esa misma razón, si una parte de los ciudadanos del Estado no encuentra su acomodo en el marco actual, dialogar es el paso previo para encontrar la solución. Después, alcanzado el acuerdo, modificar la Constitución.
Y esta conclusión que parece de Perogrullo, pues resulta que supone como una traición para la derecha más ultramontana del país, que parece que piensa que todo se arreglaría con la Brunete desfilando por las Ramblas de Barcelona. En fin, qué le vamos a hacer, si al final todo se puede reducir a mantener y ocupar con unas piezas de artillería la plaza de Colón, el Paralelo y la Diagonal y a que el Tercio patrulle por el Puerto y las Ramblas de la ciudad Condal. Pues nada, iniciemos otra guerra civil —supongo que pensaran todos esos adalides del nacionalismo de banderas; españolas o catalanas, que tanto da—, ya que parece lo más fácil. Porque dialogar, entenderse y actuar dentro de un marco lógico de sensatez siempre ha sido algo imposible de lograr en esta "piel de toro" del Estado español ¿Por qué iba a ser ahora una excepción? Hay que ver cuánta falta de cordura y cuánta aberración. Al menos esa es mi opinión.

1 comentario:

  1. No puedo estar más de acuerdo contigo Mariano. Enhorabuena por el acierto en tus conclusiones. Lastima que la historia de nuestro país nos diga que sera muy difícil que los partidos extremos nacionalistas tanto de un lado como del otro entren en razón en beneficio de la gran mayoría y abandonen estrategias encaminadas al interés propio. Será difícil que lo veamos.

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