AGUA Y HORMIGÓN - Momentos para discrepar

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miércoles, 20 de marzo de 2019

AGUA Y HORMIGÓN

Hace tan solo unos días podía leer las afirmaciones de un importante líder agrario de Castilla La Mancha, en las que literalmente insistía en la idea de que "España debe estar comunicada por una gran red de tuberías y de almacenamiento que lleve agua de donde excede a donde escasea".
Trasvase Tajo-Segura
Trasvase Tajo-Segura
Nada nuevo en el horizonte: tan solo el mismo discurso rancio y falaz que desde décadas atrás les ha dado tan buenos resultados; a ellos, y a las constructoras del hormigón que siempre se han llevado, así como a "la chita callando" la mayor parte del león.
La cosa comenzó allá a finales de la década de los años 70 del pasado siglo, cuando una política desarrollista apostó en lo hidráulico por la continuidad en la realización de grandes obras que, acabada la posibilidad de construcción de nuevos embalses, encontró en los grandes trasvases la solución: hormigón, fontanería y oferta infinita de agua como política desarrollista sin cuestión: el trasvase Tajo-Segura como obra paradigmática.
Y desde entonces hasta aquí todo ha sido un dislate: desde forzar las leyes exagerando volúmenes disponibles y reduciendo sistemáticamente caudales ecológicos para poder autorizar sucesivos desembalses, hasta producir un efecto llamada que al final, cuarenta años después, en lugar de reducir el déficit que en principio pretendía cubrir en la provincia murciana, lo que ha conseguido ha sido duplicarlo a base de incrementar las hectáreas de regadío de forma imparable e ilegal.
Trasvase Tajo-La Mancha
Trasvase Tajo-La Mancha
Mientras tanto el río Tajo se convirtió en una cloaca impidiendo todo disfrute humano del mismo a su paso por ciudades tan importantes como Aranjuez, Toledo o Talavera de la Reina. La actual sentencia del Tribunal Supremo, ordenando fijar los caudales ecológicos necesarios para el mantenimiento del río vivo, cuestiona, y no poco, toda esa política hidráulica basada en la oferta de recursos y el hormigón.
Y en Castilla-La Mancha no le fuimos a la zaga, siempre leales súbditos del poder central. Clamábamos contra cualquier nuevo trasvase de agua a la región murciana, al mismo tiempo que apoyábamos la construcción de un nuevo trasvase desde el Tajo, pero eso sí, esta vez con destino a La Mancha.
Y así, al final éste se materializó: más de quinientos millones de euros para enterrar una tubería —el famoso "tubo" Tajo-La Mancha— que por no servir, no ha servido ni tan siquiera para hacer la adecuada inauguración.
Y con toda esa experiencia, todavía hay que oír a las "viejas glorias" del liderazgo agrario castellano-manchego insistir en que lo que hay que hacer "es una red de tuberías". Pues mucho me da que no, que a lo mejor lo que hay que hacer es reconocer errores, dejar paso a las nuevas generaciones, y retirar del plano agrario esas seniles ideas de que los temas del agua se resuelven a base de hormigón, en lugar de arreglarlos a base de estudio, planificación, legalidad, y sobre todo una buena gestión.

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