A VUELTAS CON LA FELICIDAD (II) - LA ENVIDIA - Momentos para discrepar

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miércoles, 28 de agosto de 2019

A VUELTAS CON LA FELICIDAD (II) - LA ENVIDIA

Decíamos en el capítulo anterior que todos los seres humanos buscamos la felicidad, pero que encontrarla no es cosa fácil. Y también argumentábamos que es mucho más sencillo averiguar qué cosas se oponen, que encontrar aquellas que posibilitan la felicidad.
A VUELTAS CON LA FELICIDAD (II) - LA ENVIDIA
El nefasto sentimiento el de la envidia
Son, pues, esos sentimientos negativos que se encuentran por doquier y que conviene conocer como mejor medida de facilitarnos la vida a nosotros mismos; de autoprotegernos, en suma, para intentar ser felices. Porque lo esencial en nuestra vida es, precisamente eso, alcanzar la felicidad. Y para ello debemos saber impedir que nada ni nadie, salvo nosotros mismos, sea capaz de tener el control de nuestra vida, ni por supuesto la capacidad de boicotear nuestros sueños.
Bien, pues como nefasto sentimiento capaz de condicionarnos en nuestro estado, oponiéndose a la felicidad, la envidia ocupa principal lugar. Algo de lo que todos sabemos que nuestro terruño va bien servido.
La envidia: básicamente significa anhelar lo que tiene el otro. Pero en realidad supone mucho más, porque sitúa al envidioso en un plano de insatisfacción y queja permanente. La envidia, en realidad, es un sentimiento autodestructivo, pues provoca en el envidioso, rabia, ira, tristeza, al pensar que no tiene lo que el envidiado ha logrado alcanzar. Indica una autoestima pobre que impele a sentir la necesidad de tener lo que el otro tiene en la convicción de que con ello será feliz.
Es por esta causa que la excelencia y el triunfo siempre generan envidia, pues “nadie patea a un perro muerto”. Se envidian los logros, el reconocimiento, la fama, el dinero… incluso la familia, la pareja, los amigos… Es una forma de ver la vida con cortedad de miras, pues hace que dediques tu tiempo a opinar y juzgar sobre lo que tienen los otros, en lugar de dedicarte a ver y desarrollar los potenciales que tienes tú.
La envidia provoca sentimientos de destrucción y odio. Por eso, la envidia ajena también resulta nefasta, porque tratará siempre de destruirte: descalificándote, persiguiéndote, calumniándote.
“Lo que te digo no es para criticarte” “¡Ojo! ¡No te digo esto para que te vaya mal!; y otras cosas por el estilo, serán siempre la tarjeta de presentación del envidioso. Lo que alguien afirma en una conversación denota lo que tiene en su mente, y cuando te larga una lindeza de este estilo, no dudes que su intención no es otra, sino que no logres tus objetivos.
Así, pues, son tanto la envidia propia, como la ajena, sentimientos nefastos opuestos a nuestra felicidad. Aunque solo podemos trabajar sobre una de ellas: la propia; resultando imposible hacer o influir sobre la de los demás. Una tarea, por tanto, que nunca podremos completar.
Pero, aun así, no podemos olvidar que nuestra propia envidia nos transforma en seres intolerantes respecto al éxito de los demás. Un sentimiento que solo genera infelicidad, frustración y dolor, por no tener aquello que envidiamos; un sentimiento, por tanto, que nos inhabilita para ocuparnos de lo que verdaderamente tiene importancia: nosotros mismos.
Y solo existe un antídoto contra ese sentimiento de envidia: cultivar la autoestima sana de soñar, proyectarse y ser un poco mejor; centrarse en conseguir la suficiente energía cada día para sostenerse en el propósito de conseguir las metas y objetivos. Una estima sana que no ha de basarse en el reconocimiento, ni en la fama, ni ha de moverse por conveniencias; sino enfocándola solo hacia la aprobación y satisfacción personal.
Curiosamente, y aunque esta estima no podrá evitar la envidia ajena, ayudará a uno a protegerse mejor, porque al fin permitirá comprender que nadie tiene derecho a compararte, a juzgarte, a envidiarte. Y que ante ello, lo único que puedes hacer es superar tus propios límites para alcanzar esos logros que imaginaste, y puede que hasta quizá algún día envidiaste en otros, pero que en su búsqueda te harán sentir mejor. Y eso, ya formará parte de tu propia felicidad.

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