ESCRIBIR; ARTE Y PASIÓN - Momentos para discrepar

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lunes, 2 de septiembre de 2019

ESCRIBIR; ARTE Y PASIÓN

Reconozco no conocer aún el motivo que me llevo, hace algún tiempo, a escribir artículos relacionados con la motivación para leer. Quizá —pienso— que todo comenzó en un intento de transmitir, o tal vez de socializar, sobre la importancia de este arte. Son artículos que, al releerlos, me causan una honda impresión, dado que me recuerdan de nuevo cuánto debo, personalmente, a mi propio hecho lector. Porque fueron esas lecturas las que me llevaron hasta el hecho de escribir. De modo que, de forma lógica y secuencial, después de opinar sobre los procesos de lectura, comencé a esbozar artículos sobre ese oficio, cual es el de escribir. Aunque debo confesar que, de pasar a opinar sobre esta segunda opción, conozco mucho menos la razón.
ESCRIBIR; ARTE Y PASIÓN
Mi rincón de literaturas
Lo cierto es que, como para escribir, primero hay que leer, pues tengo que reconocer que me encanta leer todas aquellas cosas y opiniones que tratan sobre literatura. Y ello, porque la literatura ejerce un poderoso influjo sobre mí, pese a que dedicarse a escribir no parezca ser sino una excentricidad, como una especie de pasatiempo sin ningún valor social.
Porque la literatura está en desuso; eso es cierto. Hasta, inclusive, hoy en día, existen tendencias que abogan por apartar la literatura de los currículos educativos bajo el argumento de que ya no tiene cabida en la nueva era tecnológica.
Pero a quienes nos gusta la literatura, todos esos argumentos nos parecen una aberración, porque hacer literatura es algo tan básico como querer leer y escribir con la finalidad de adquirir y transmitir conocimiento. Por eso, para todo aquel que escribe, su trabajo se convierte en una especie de pasión, como una obsesión que a veces llega a conformar hasta una fijación enfermiza.
Pero, ¿por qué se llega a escribir?
Pues se llega a escribir como culminación del acto de leer. Lo que cierra una especie de círculo esencial: se escribe para ser leído, mientras se lee para poder escribir.
Y hay que leerlo todo —como decía Faulkner—, “los clásicos, porquerías, lo bueno, lo malo, tan solo para ver como lo hacen, para aprender como cualquier aprendiz aprende de su maestro”. Así que, para escribir, lo primero que hay que hacer es leer, leer mucho y bien, y dejar que esas lecturas ajenas hagan su efecto en la configuración de unos textos y un estilo propio.
Por tanto, escribir no es algo que depende solo del simple talento, aunque escriben mejor los que tienen talento, sin duda alguna. Ni de práctica, ni de los años. En realidad, escribir no es cosa fácil. Incluso hay quien piensa que no hay nada en el mundo más difícil que escribir una novela. Así que deberíamos conocer que, para escribir, y sobre todo para escribir novelas, se necesita una amplia cultura, además de muchas horas de lectura y dedicación. Un escritor, es decir, aquel que escribe de forma regular y continua, tiene que trabajar continuamente su memoria, su atención, su inteligencia; desarrollar poco a poco su talento, y dedicar muchas, muchísimas horas, a la tarea sobre la que se ha empeñado. Es un camino en el que descubrirá que es inútil planear lo que se va a escribir, porque siempre se descubrirá lo que se quiere decir en el proceso mismo de la creación.
Un escritor no debe olvidar nunca que se escribe siempre para los futuros lectores; y que éstos recibirán lo que se escribe de desigual manera: a unos no les gustará, otros no lo compartirán; algunos, quizá los menos, aprobarán lo que se escribe. Puede que hasta alguno de ellos se identifique y entusiasme con ello. Pero en todo caso, siempre surgirá una reacción; no se dejará a nadie indiferente. Y ese es su verdadero valor.
Es por ello que me gusta reseñar las cosas que leo; trasladar la impresión que me causa una lectura. Porque esa es mi forma de darle valor, de rendirle el respeto que merecen todas esas horas de trabajo y esfuerzo, de tesón, de rendir pleitesía a la literatura, en suma. Porque, me guste o no, el texto de que se trata constituye literatura al fin. Y la literatura, no lo olvidemos, es el arte que enseña a pensar.

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