MANCHA HÚMEDA (II) - LAGUNA DEL CERRO MESADO - Momentos para discrepar

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martes, 26 de noviembre de 2019

MANCHA HÚMEDA (II) - LAGUNA DEL CERRO MESADO

En el término de Alcázar de San Juan, cerca de la confluencia de los ríos Záncara y Gigüela, a un kilómetro al norte del primero, y a dos y medio al oeste del segundo, al pie del cerro que le da nombre, se encuentra la laguna del cerro Mesado, una laguna endorreica, esteparia, subsalina y temporal, que se encuentra incluida dentro de la reserva de la biosfera de la Mancha Húmeda. Tiene una superficie aproximada de unas diecisiete hectáreas, y supone una belleza su contemplación, tanto encharcada, como en su sola cubeta en los tiempos de desecación.
LAGUNA DEL CERRO MESADO
Los caminos de acceso hasta la misma se encuentran en perfecto estado de conservación, lo que permite llegar hasta ella tanto en vehículos a motor, como a pie o en bicicleta. Pero, desde luego, yo soy de los que piensan que una visita a la laguna del cerro Mesado, bien merece una caminata, y si es con los amigos, mejor. Porque ello permitirá ir asimilando el paisaje, y proporcionará unas horas de tiempo de esas que pocas veces nos regalamos a nosotros mismos. Y eso, en estos tiempos actuales, ya es un auténtico valor.
Así lo hice yo la última vez que la visité; una caminata en solitario de esas que te permiten un amplio margen de tiempo para observar y pensar. Y observaba al caminar aquellas cosas que me rodeaban: el camino largo, casi infinito, el cielo, la tierra y el sol, la suave brisa acariciando mi rostro, y la contemplación lejana de las azuladas sierras de Herencia y Puerto Lápice, como poniendo fin a la extensa llanura. Recordaba en su contemplación las muchas veces que aquellas sierras habían inspirado los contextos y los personajes de algunas de mis obras: el Locho, Francisquete, el Gitanillo; mucha historia al pairo de su configuración agreste.
Se me hace largo y fatigoso el camino; se nota, sin duda, el paso de los años: antaño los recorría como en un simple paseo dominical. Sin embargo, ahora me pesa cualquier subida, cualquier repecho. Hasta que por fin accedo al humedal: suaves pendientes al Norte; olivos y viñedos al Sur; la cubeta lagunar del cerro Mesado se encuentra como difuminada en la depresión. Y ante su visión me pongo a recordar la importancia científica que se asignaba a este humedal, pues constituye la única de toda la Mancha cuyo origen se sitúa en una conjunción de la doble acción del viento y el agua, ya que se sitúa sobre una llanura de inundación, antiguo fruto de los desbordamientos de los ríos Záncara y Gigüela, que el viento, con su acción erosiva, ha ido profundizando. En definitiva, una rareza entre el resto del conjunto lagunar, que subsiste pese a la desaparición del río Záncara y el drenaje y canalización del Gigüela, como si constituyera un mudo testigo del tiempo para reproche y escarnio de nuestra consumista generación.
RUTA LAGUNA DEL CARRO MESADO
Así, pues, es bueno su estado de conservación, pese a que su régimen se halla alterado, y la presión agrícola y pastoril representen serias amenazas sobre ella. Es urgente, por tanto, con el fin de asegurar su protección, efectuar un deslinde del dominio público, recuperar la orla de vegetación natural, y disminuir la incidencia de la presión agrícola del entorno; medidas medioambientales no muy difíciles de implementar, si es que hubiera voluntad política y conciencia social para ello. Lo que ocurre, como siempre, es que no la hay de ninguna de las dos.
Llega la hora de regresar; algunos viejos almendros, unos deteriorados chopos, algunos arbustos alrededor, dan un aire de pequeña isla vegetal a las viejas ruinas de un antiguo caserón: tapiales de medio metro de anchura, escombros y cascotes en su interior, y sin embargo todavía transmite algo del espíritu de la mucha vida que albergó ¿cómo sería vivir ahí esos largos meses de invierno en los que todo alrededor quedaba convertido en un lodazal?
Pues, tremendamente duro: como siempre fue la vida en la Mancha. Tanto que volvimos la espalda a estos humedales, buque insignia y enseña de nuestra peculiaridad medioambiental. Hora es de rectificar, proteger, cuidar y conservar… Aunque me temo que no…

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