A VUELTAS CON LA FELICIDAD (X) - LA AMISTAD - Momentos para discrepar

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martes, 12 de noviembre de 2019

A VUELTAS CON LA FELICIDAD (X) - LA AMISTAD

Decía en el capítulo primero dedicado a esta serie, que la búsqueda central de todo ser humano está orientada a encontrar su felicidad. Que nada en este mundo es tan deseado. Y sin embargo nada resulta tan esquivo ¿Por qué resulta tan difícil encontrar la felicidad? —me preguntaba entonces—. Y en busca de la respuesta llegaba a la conclusión de que era mucho más fácil encontrar qué cosas se oponían a la felicidad, que intentar enumerar aquellas que posibilitaban hacerla realidad.
A VUELTAS CON LA FELICIDAD (X) - LA AMISTAD
He tratado así, a lo largo de los capítulos anteriores, temas como la culpabilidad, la envidia, la ira, el miedo; en realidad aspectos negativos que impiden la felicidad. Por eso, llegado el momento de dar por concluida esta serie, querría acabar con un sentido positivo; esto es, trayendo a la palestra una reflexión sobre la amistad entendida esta como uno de los sentimientos más influyentes y activos de cara a la consecución de un estado de felicidad.
Porque, verdaderamente, es la posesión de verdaderos amigos, una auténtica fuente de felicidad: ¡Quien tiene un amigo, tiene un tesoro! —dice el refranero popular.
De la amistad decía Cicerón que “salvo la sabiduría, no hay cosa mejor que la amistad”. Aunque también, y eso lo pienso yo, en la sociedad y en los tiempos actuales, es muy difícil gozar de ese tipo de amistad sencillamente porque han cambiado los valores éticos y morales derivados de un sistema económico de convivencia que ha elevado a rango de “becerro de oro” al consumismo más materialista y a la individualidad más egoísta y atroz ¿cómo con esos mimbres se puede aspirar a gozar de auténtica amistad? —me pregunto.
Y sin embargo, es posible la amistad, sin duda alguna. Lo único que hace falta es creer sinceramente que se puede lograr. Porque lo que siempre deberíamos tener en cuenta es que lo que nos afecta de las cosas es lo que opinamos sobre lo que nos sucede, no lo que nos sucede realmente. Y que cuando recibimos a alguien por amigo, lo recibimos tal y como es, con sus virtudes y defectos. Por eso tendremos que aceptar que no todas sus actuaciones gozarán de nuestro beneplácito; es decir, que no siempre nos acertará. Incluso en algunas ocasiones nos sentará bastante mal su comportamiento. Y es aquí donde debemos ser más conscientes que lo que nos está afectando no es realmente su actuación, sino lo que opinamos sobre ella. Cambiemos opinión, por tolerancia y comprensión, y habremos dado un salto de gigantes en aras de la amistad.
Otro tema importante en relación a la amistad, viene a ser la perspectiva de lo que se espera de los amigos. Nada tan frustrante como no recibir de ellos aquello que deseamos: unas gracias, una llamada, una visita, una invitación, solidaridad, apoyo, comprensión… Infinitas suelen ser las razones que nos hacen cambiar de opinión sobre la amistad simplemente por no recibir lo que esperamos de ellos o creemos merecer. Pero es que la amistad, la verdadera amistad, comienza donde termina el interés. Por tanto, no se trata de esperar nada, se trata de recibir lo que nos den. A los amigos hay que pedirles solo lo honesto, y nunca lo que no te puedan dar. Y de igual modo, por los amigos solo hay que hacer lo honesto, y dar solo lo que se puede dar. Y el amigo que no entiende esto, resultará que no es tan buen amigo como uno creía.
En resumen, y viendo llegado el momento de acabar, tres cosas me parecen evidentes en relación a la amistad: que ésta es posible, que no se trata de esperar de ella, sino de dar, y que, verdaderamente, la amistad es una de las fuentes más directas hacia el camino de la felicidad.

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