EL ALBATROS Y LOS PIRATAS DE GALGUDUUD - Momentos para discrepar

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jueves, 24 de septiembre de 2020

EL ALBATROS Y LOS PIRATAS DE GALGUDUUD

No soy yo muy de novelas de aventuras; esa es la verdad. De modo que si he llegado hasta ésta, ha sido de forma un tanto casual; fundamentalmente animado por esos comentarios exitosos en Amazon que casi lo han convertido en todo un superventas. También, debo decirlo, animado por una temática —la piratería en las costas de Somalia—, cuyas razones estratégicas militares y políticas desconocía.
 
Así que, prescindiendo de otras consideraciones, me animé a enfrascarme en esa lectura —al fin, hay que leer de todo—, no sin antes, como es habitual en mi hacer, realizar una búsqueda adecuada en Internet con el fin de conocer un poco al autor.
Y así, indagando, descubrí que, Federico Supervielle, es un joven oficial de la Armada española, con una amplísima experiencia de navegación, que ha participado dos veces en misiones antipiratería auspiciadas por la Unión Europea, en el Índico, además de un despliegue de seguridad cooperativa en el Golfo de Guinea. Su experiencia, por tanto, avalaba que el autor conocía bien la materia de la que iba a tratar.
Y, desde luego, una vez leída la obra, puedo constatar que esto es así. Como oficial de la Armada, el autor conoce los buques de guerra, la organización y disciplina de a bordo, y sus características técnicas. Y aquí es donde surge, quizá, el primer problema en aquello de la cuestión narrativa: traslada tantos datos técnicos al lector, que amenaza con aburrirle, dado que pocos, poquísimos lectores, serán versados en estas cuestiones, y por tanto les sobrará ese exceso propio del mundo de la marina de guerra.
También, al haber participado en misiones antipiratería, maneja el autor perfectamente las técnicas de vigilancia, protección y en su caso abordaje a los petroleros y barcos objetos de piratería.
No puedo decir, muy a mi pesar, que me parezca una obra lograda. Pura ficción aventurera donde los buenos, son “buenos, buenísimos” —la mejor dotación, los mejores oficiales y suboficiales, disciplina, entrega, ambiente casi familiar—, de manera que el Albatros, el buque que capitaneará Pablo Bazán con patente de corso, constituye una especie de medio idílico en pos de una cruzada contra los “malos, malísimos” piratas somalíes.
Sé que estas opiniones contradicen casi todas las que he leído con respecto a esta obra. Pero es que es la impresión que a mí me ha causado: una novela de aventuras de un principiante, dirigida a un público lector joven muy poco exigente y sin grandes pretensiones sobre el hecho lector.
Y es una pena, porque el tema da para mucho: desde la investigación sobre las tramas del poder que controlan el mercado energético mundial de los hidrocarburos, hasta la descripción de las cuestiones geoestratégicas que confluyen en esa área del mundo.
El Albatros y lo piratas de Galguduud es, según mi criterio, claro está, una novela con trama de pura invención avalada por los conocimientos profesionales y misiones realizadas por el autor, pero carece de las previas tareas de profunda investigación que cualquier autor profesional realizaría. Por tanto, el hacer literario es bastante flojo y elemental. Y desde luego, le faltan mimbres como para ser considerada una obra definitivamente acabada.
Y sin embargo, ha sido todo un éxito de ventas… Pues me alegro sinceramente por el autor.

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