VICTORIA EN LAS NAVAS - Momentos para discrepar

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lunes, 14 de septiembre de 2020

VICTORIA EN LAS NAVAS

Confieso que soy miembro activo de algunos grupos de Facebook relacionados con la literatura, y muy especialmente, con los más específicos dedicados a la novela histórica; un género que cultivo tanto en forma de lector, como de autor. Y debo decir —espero que ello no parezca presunción— que al menos como lector, después de tantos años, tanto cariñó e ilusión con el género, he llegado a alcanzar un importante grado crítico en la valoración de las obras —mi valoración, por supuesto—; y pocas, muy pocas son las que a mi parecer llegan a culminar con una máxima nota en el valor de mi apreciación. Porque las analizo, busco errores de cualquier tipo, sean históricos o literarios. Y ello no con un afán crítico, sino con el único deseo de aprender. Porque en el fondo, con tanta lectura, lo que yo ansío es solo llegar a escribir novelas históricas aceptables ¡Esa es la verdad! Y para ello hace falta tiempo, mucha paciencia, y mucha investigación.
VICTORIA EN LAS NAVAS
Y si realizo esta introducción previa, es tan solo para recabar el hecho de que yo he llegado a conocer literariamente a Luis de los Llanos Álvarez, autor de la obra que pretendo reseñar, a través de algunos de esos grupos de Facebook en los que coincidimos los dos.
De Luis de los Llanos, se puede conocer con facilidad su prolífica obra, pero mucho menos todo aquello que pueda estar relacionado con su vida personal, donde apenas pueden encontrarse referencias, ni aún siquiera desmenuzando búsquedas en Internet. Lo que ya me viene a decir que es un hombre inteligente, de esos que saben callar y escuchar, un valor por antonomasia que, los que gustamos de seguir el moderno estoicismo, apreciamos con sinceridad.
Con Luis he cruzado algunos correos, le he pedido datos personales para completar mejor esta reseña, y siempre me ha respondido igual: con una atención exquisita, un saber desviar la atención hacia su terreno, y un hermetismo casi total en lo relativo a su vida personal. Lo cual ha conseguido que acreciente mi interés personal por su obra.
Pero con todo, y como todo seguidor de mis reseñas conoce, yo no concibo hacer éstas sin facilitar unos mínimos datos sobre el autor. Así que, a duras penas, de Luis de los Llanos puedo decir que nació en Santa Cruz de la Zarza, una población toledana, situada entre los aledaños de la Mancha conquense y toledana; que alumbró a este mundo el 9 de marzo de 1959; y que a muy temprana edad emigró con su familia a Palma. De modo que manchego de nacimiento —circunstancia común entre ambos—, su cultura de infancia y mocedad es mediterránea e insular. Estudió Ciencias Físicas, y es un apasionado de la historia y la escritura, circunstancias estas demostradas por demás.
De modo que aquí estamos, tratando de reseñar Victoria en las Navas, una de las más puras novelas históricas del autor. Y aunque me urge el deseo de comenzar ya con la susodicha reseña, no puede dejar de sorprenderme las curiosidades con las que la vida nos sorprende, porque yo he pasado muchas veces por Santa Cruz de la Zarza en mis viajes a Cuenca y Valencia en tren. Y me queda la imagen de una pequeñísima estación ferroviaria abrasada por el sol en aquellas tardes del estío manchego; una enorme acacia situada en mitad del andén principal facilitando la única sombra posible a aquellos escasos viajeros que esperaban la llegada del tren. Aquella era la más patética imagen del abandono, el silencio y la soledad: ¿Quién iba a decirme que tres décadas después reseñaría la obra de un escritor nacido en ese lugar?
Pero es que no acaban ahí las casualidades, porque Luis de los Llanos afirma, también, que fue un enamorado lector de las novelas de Sven Hassel (Los panzers de la muerte; Arde París, La legión de los condenados), curiosamente las mismas novelas y las mismas lecturas que iniciaron en mí, mi vocación por leer.
Muchas casualidades, y muchas coincidencias, como para no iniciar la lectura literaria del autor con cierto grado de simpatía; circunstancia que espero no haya mermado mi grado de objetividad.
Victoria en las Navas es una novela de indudable género histórico que sitúa su acción entre el momento histórico de la invasión peninsular de los Almohades (1145), y la importantísima derrota de los mismos, el 16 de julio de 1212, en Las Navas. En ese lapso se recorrerá, cronológicamente, la descomposición de los reinos cristianos en cinco reinos diferentes, la dramática derrota de Alarcos (1195), y la declaración como cruzada, por el Papa Inocencio III, de la lucha contra el islam en Al-Ándalus. Circunstancia que consiguió unir a los reinos cristianos de Castilla, Aragón y Navarra, apoyados por fuertes contingentes de cruzados, contra Al-Nasir, el califa almohade.
La obra, pues, para los amantes de la novela histórica, es absolutamente recomendable. La profusión de detalles históricos, la seriedad y concienzuda investigación llega a ser tan exhaustiva que, en no pocos momentos, puede llegar a aturdir a los no muy versados en historia medieval. En mi caso, incluso he tenido que recurrir a otros trabajos históricos y consultas de mapas, para no perderme en semejante laberinto de pactos, guerras, alianzas, casamientos, conspiraciones y todo aquello que rodeo a ese “juego de tronos” medieval. Por tanto, una máxima calificación a la investigación histórica, aunque densa y exhaustiva en su exposición.
Literariamente, la obra puede parecer compleja. Y desde luego no queda muy al alcance de lectores poco iniciados o superficiales. Porque a veces la trama parece dividirse en dos; la que protagonizan los personajes, asesinos de los Aguado, y la que construye el propio hecho histórico en cuestión.
Pero es que éste sería un mal análisis literario, porque en realidad, lo que Luis de los Llanos ha conseguido, es que el hecho histórico en sí mismo, se involucre en la trama como si fuera un personaje más. Pero puede que ello solo sea mi apreciación, aunque a mí, concretamente, me parece un excelente alarde literario del autor.
Así que, y por ir acabando ya, una lectura imprescindible para los amantes de la novela histórica, no apta para pusilánimes —tal es la crudeza de muchas de sus escenas— ni para lectores que solo buscan pasar el rato de forma superficial. Bien escrita, bien tramada y mejor documentada, su lectura me ha merecido todos mis respetos y admiración. Por ello, la recomiendo sin duda alguna. Personalmente, me motiva para seguir profundizando en la obra del autor.

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