FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXXII) - CINCO ESTRATEGIAS ESTOICAS - Momentos para discrepar

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sábado, 9 de enero de 2021

FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXXII) - CINCO ESTRATEGIAS ESTOICAS

Decíamos en una entrada anterior que nos parece que vivimos poco tiempo de vida porque no sabemos utilizarla. Y así el tiempo se nos escapa, porque es fugaz y se mueve mucho más rápido de lo que creemos. Séneca decía:
INVIERNO EN LA MANCHA
 
“Hace apenas un momento que me senté de joven en la escuela”
“Hace un momento que comencé a abogar en los tribunales”
“Hace un momento que perdí las ganas de suplicar”
“Hace un momento que perdí la habilidad”
“El paso del tiempo es infinitamente rápido”
Aprender a participar en la fiesta de la vida, en lugar de dejarla pasar, es condición indispensable para vivir una buena vida. Y no es algo difícil, ni imposible. Los estoicos nos dejaron algunas estrategias específicas:
Deja de perder el tiempo. Nunca tenemos suficiente. Lo que no significa que no debamos tener nuestros ratos de asueto y pérdida deliberada del tiempo. De lo que se trata es de ser conscientes de que la oferta del tiempo no es ilimitada, y por tanto, hay que aprender a no perder el tiempo de forma involuntaria; esto es, al mero requerimiento de los demás.
Ten visión coherente. Cuando no tenemos una dirección clara de hacia dónde queremos ir, lo más probable es que nos quedemos donde estamos. Hay que distinguir, en todo momento, lo que es superfluo de lo principal. Cuando tenemos una visión coherente, sabemos qué debemos hacer con nuestro tiempo.
Evita las actividades inútiles. La actividad por la actividad es destructiva, demuestra que tu mente está inquieta e incómoda. Pero una mente agitada no es lo mismo que una mente activa. Debemos enfocar nuestras actividades en consonancia con nuestra visión, no realizar actividades tan solo para mantenernos ocupados.
Céntrate solo en lo que tienes que hacer hoy. Es decir, no te preocupes por el futuro. Si te preocupas por el hoy, el mañana se cuidará solo.
Aprende a ser flexible. Los planes no deben ser rígidos. Hay que saber ser lo suficientemente flexibles para cambiar si las cosas cambian o nos equivocamos al principio. Pero eso no significa que debamos cambiar de opinión porque somos inestables y/o inconstantes.
No parecen estrategias muy difíciles de seguir. Pero, sin embargo, tampoco son fáciles: el trepidante ritmo de la vida actual con su individualidad perniciosa, no propicia, precisamente, el cumplimiento de estas estrategias de calma y aprendizaje del disfrute de la vida.
Y es que, en realidad, el equilibrio personal —la virtud, la llamaban los estoicos—, es el mayor bien; el único bien. Y todo lo demás, a la larga o a la corta, resulta indiferente. La persona equilibrada sabe utilizar y aprovechar adecuadamente aquellas cosas como la salud, la educación, las riquezas y el honor. Pero, sobre todo, sabe obrar conforme a las leyes de la naturaleza, aplicando la razón con una visión de vida en sociedad; es decir, sabiendo usar su meditado equilibrio en el objetivo de propiciar alcanzar una sociedad y un modo de vida personal mucho mejor.

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