FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXXIV) - NARCISISMO ESPIRITUAL - Momentos para discrepar

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lunes, 25 de enero de 2021

FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXXIV) - NARCISISMO ESPIRITUAL

Existe una creciente tendencia social a sublimar el ejercicio de las prácticas espirituales de la mente y el cuerpo, como el yoga, la meditación, la curación energética… Se supone que ayudan a calmar el ego, a controlar nuestro yo exaltado.
MITO DE NARCISO
 
Y no puede negarse, que bien practicadas, con tiempo y constancia, ayudan a comprender y a estar más en contacto con la realidad del aquí y ahora. También pueden ayudar al arte de cultivar la compasión, la preocupación y la consideración hacia los demás. Lo que ocurre, es que es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Porque el ego tiene una necesidad constante de ser visto desde una perspectiva positiva; por ello es capaz de utilizar y convertir cualquier cosa para su propio uso, inclusive la espiritualidad.
Los budistas tibetanos advierten que caminar el sendero espiritual correctamente es un proceso muy sutil al que no se puede saltar ingenuamente, porque existen demasiados desvíos que conducen a una visión de la espiritualidad distorsionada; una mirada que tan solo se centra en el ego. Lo que lleva, en no pocas ocasiones, a engañarnos pensando que estamos fortaleciendo nuestra espiritualidad, evolucionando y creciendo, cuando en realidad lo único que crece es nuestro propio ego, como si fuera una especie de síndrome que puede autoconvencernos de que “yo estoy iluminado; tú, no”.
Se han llevado a cabo importantes estudios científicos —sobre todo en Estados Unidos— para intentar evaluar y constatar la sublimación de esa supuesta “superioridad espiritual”. Y aunque no viene al caso describir los distintos y complejos experimentos realizados para ello; lo que si procede es comentar los resultados: la mayoría de las personas que realizan algún tipo de práctica espiritual, lo que obtienen es un aumento conceptual de su propia autoestima, y un narcisismo comunitario —de grupo— que, junto con la autoestima, desarrolla una especie de narcisismo espiritual.
En resumen, concluyeron estas investigaciones, el camino hacia la iluminación espiritual puede producir importantes distorsiones, como superioridad ilusoria, mentalidad cerrada, y una necesidad de aferrarse a experiencias positivas bajo el disfraz de supuestos valores “superiores”.
Ello no significa que no resulte positiva la práctica de técnicas que busquen aquietar el ego; pero lo primero que deberíamos entender es que resulta increíblemente difícil hacerlo. Por eso la “venta” de estas prácticas espirituales —yoga, meditación plena, etc.— a las grandes masas, no son, generalmente, otra cosa que enormes negocios que mueven ingentes cantidades de dinero.
Porque la realidad es que la búsqueda personal de una “trascendencia” saludable implica aceptar la realidad tal y como es. No se trata de dejar atrás parte de lo que somos o fuimos, o de lo que son los demás, para “elevarse” por encima del resto de la humanidad. No se trata de estar fuera de todo; de sentirse superior a todo, sino de saberte integrado en ese conjunto armónico de la sociedad humana: realizar la mejor versión de uno mismo para ayudar o elevar el listón de toda la humanidad.

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