GUINEA

De la obra de Fernando Gamboa conocía poca cosa: La última cripta fue mi primer encuentro con ella, y aún a ésta, llegué atraído por su más que notable éxito alcanzado en Amazon. Y ya creo haber comentado en otra reseña anterior, que últimamente me ha dado por leer y conocer estos éxitos, y por supuesto a los autores que hay detrás de ellos, pues considero que, si triunfar en el mundo editorial es algo más que difícil, hacerlo en Amazon, eso es casi imposible, pues insertar un libro entre una barahúnda de más de un millón de títulos en competencia, y ocupar en poco tiempo uno de los primeros puestos en ventas, no puede ser mero fruto de la casualidad. De modo que, una obra que triunfa en Amazon, tiene que tener su aquél, o al menos eso pienso yo.

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Debo reconocer, antes de continuar con esta reseña, que no soy un lector muy dado a este tipo de novelas de acción y aventura, centrados mis gustos literarios en la historia y la investigación. Pero aún con ese hándicap, me propuse conocer estos títulos con un espíritu abierto y receptivo; esto es, con la mejor disposición.

Así que me lancé a leer La última cripta, y me embargó una especie de dual sensación: por un lado, se afirmaba mi rechazo a ese tipo de acción aventurera, tipo Indiana Jones, mientras que por otro devoré el libro en apenas unas horas. Lo que significaba que, de una manera u otra, el autor me atrapó.

Y me interesé por conocerle mejor. Indagué en Internet, busqué reseñas, consulté su propia página, leí artículos y entrevistas, para descubrir una personalidad jovial y aventurera, aunque llena de madurez también.

Viajero empedernido, amante de la aventura que significa viajar y conocer el mundo, Fernando Gamboa, ha ejercido los más variados oficios y profesiones: “No sabiendo los oficios, los haremos con respeto” —decía León Felipe—; desde enseñante y profesor, hasta buceador, guía y monitor de turismo de aventura. Después le atenazó una rara enfermedad que le dejo semiparalizado. Fue así como llegó a la literatura, y al posterior éxito editorial.

Así, pues, con enorme respeto hacia el autor, pretendo afrontar esta reseña sobre Guinea, la segunda de sus obras que acabo de leer.

La trama está protagonizada por Blanca Idoia, una cooperante de UNICEF en la isla de Bioko (Guinea Ecuatorial), que es arrestada injustamente, procesada sin garantía en una pantomima de juicio oficial, y condenada a veinte años de prisión por supuestas difamaciones al presidente, Teodoro Obiang, y enaltecimiento de la oposición.

Blanca consigue escapar rocambolescamente, junto con Gabriel —un nativo, segundo personaje principal—, y desde aquí, ya todo es una trepidante novela de acción donde los protagonistas casi alcanzan la condición de “súper héroes”, sobreviviendo a la selva virgen, gorilas, parásitos, elefantes asesinos, enfermedades, y sobre todo, a la perfecta y engrasada máquina represora del ejército y la policía de aquel país.

He leído muchos de los comentarios sobre esta obra, casi todos buenos. Guinea es una novela que ha gustado al público en general. Por eso me duele expresar una opinión que no coincidirá con el gusto mayoritario. Porque, en primer lugar, esa trepidante sucesión de aventuras —me paso igual con La última cripta— me resulta tan inverosímil que me llega casi hasta a molestar. Pero ¡bueno!, al fin y al cabo, se trata de una novela de aventuras, por tanto, eso es lo que cabe esperar. Así que no ha sido ese el principal problema, para mi gusto lector. Lo que más me ha “chirriado”, lo que más me ha echado para atrás, ha sido la disonancia de los diálogos de la protagonista, que en situaciones terribles y críticas, se viene a expresar con su interlocutor –el mencionado Gabriel— como una colegiala “repipi” que estuviera dándose un paseo por un parque natural. Algo que a mi parecer desmonta toda la verosimilitud que pudiera encerrar la acción.

No obstante, y reseñadas estas críticas, creo que lo fundamental de la obra se encierra en el deseo del autor de transmitir la situación política y social de uno de los países más ricos de África —Guinea Ecuatorial— que sin embargo presenta las cifras más bajas de esperanza de vida y una de las mayores tasas mundiales de corrupción oficial. En definitiva, un país sojuzgado, perseguido y masacrado por la dictadura personal encubierta de su presidente y su clan familiar. Motivo más que suficiente, a mi parecer, para recomendar esta obra que, sin duda, a los amantes de la acción y aventura les brindará muy buenos ratos de lectura y placer.