FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXIII) - "IKIGAI" VERSUS ANSIEDAD - Momentos para discrepar

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domingo, 15 de noviembre de 2020

FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXIII) - "IKIGAI" VERSUS ANSIEDAD

 

Se denominan zonas azules del Planeta aquellas en la que sus habitantes suelen vivir más de cien años. Hay declaradas cinco zonas azules; y una de ellas, la de más longevidad, se encuentra en Japón, concretamente en la isla de Okinawa, una de las más de ciento cincuenta que conforman el archipiélago del mismo nombre.
Son muchos los estudios científicos que se han realizado en un intento de averiguar cuál es la causa de esta longevidad. Pero ninguno de ellos ha resultado concluyente; aunque todos parecen coincidir en una serie de parámetros o formas de vida determinantes.
IKIGAI
 
En Okinawa, la primera y principal, consiste en mantener lo que ellos denominan su “Ikigai”, que podríamos traducir como “tener un propósito de vida”. Algo que logran manteniendo una trayectoria espiritual basada en el recuerdo de sus ancestros y un propósito bien definido. Lo que les permite llevar una vida relajada y tener, además, muy presente el concepto de responsabilidad familiar: los ancianos, por ejemplo, siempre son acogidos, cuidados y respetados por sus familias.
Y viene a cuento esta introducción, por lo alejado que queda ese “Ikigai” de nuestros modos occidentales, donde se cuentan por millones las personas que sufren ansiedad; una patología que con motivo de la pandemia COVID está aumentando de forma exponencial.
¿Por qué nos angustiamos tanto? ¿Por qué el Occidente rico no sabe encontrar su “Ikigai” como forma de vida?
Un análisis básico del problema de la ansiedad nos indicaría que todas las que sufrimos derivan de dos categorías: una; ansiamos lo que no podemos tener; como un cuerpo que nunca enferme, un trabajo seguro de por vida, reputación y éxito para siempre. Y dos; queremos evitar aquellas cosas de las que nunca podremos escapar, como la enfermedad, la vejez y la muerte.
Todas las manifestaciones de ansiedad, grandes o pequeñas, derivan de una de estas dos categorías… Pero ¿se puede lidiar con ellas? Pues, sí, se puede. Y ahí están los ancianos de Okinawa para demostrarlo.
Hay que ser conscientes de que las cosas que queremos solo son deseos; unos grandes, otros pequeños. Estamos obsesionados con nuestra apariencia, nuestros bienes, nuestro futuro, con las opiniones de los demás. En resumen, ansiamos que las cosas salgan como queremos. Pero al mismo tiempo sabemos que todo eso no lo controlamos porque dependen de cosas externas a nosotros. Lo que nos aboca de lleno a situaciones de ansiedad. Porque si las controláramos no nos la producirían.
Solo hay una forma de eliminar este tipo de ansiedades: practicar hasta saber moderar los deseos por aquellas cosas que no controlamos. Cuando ansiamos conseguir aquello que no depende de nosotros, nos desesperamos, y entonces deviene la incontrolable ansiedad de saber que muchas de ellas nunca las conseguiremos.
ANSIEDAD
 
En el otro lado están las cosas que no queremos que sucedan, pero que sucederán inevitablemente. Es lo que se denomina fobias o aversiones. No queremos vivir en la enfermedad, en la dependencia de la vejez, no querríamos morir. Y eso puede provocarnos enormes ansiedades. La mejor manera de controlar este tipo de ansiedad es aprender a aceptar las cosas inevitables que no controlamos. Cuando sucedan, tendremos que tener la completa seguridad de poder decir: “Esto es duro, pero tengo la fortaleza suficiente para superarlo y poder seguir”.
Encontremos, pues, nuestro “Ikigai”; recordemos que el problema de la ansiedad no es nada nuevo, que ha existido y existirá en todos los tiempos. Pero que hay gentes que han sabido encontrar una forma natural de superarla: dotar de sentido a sus vidas; respetar sus tradiciones y ancestros, vivir en calma y mantener unas fortísimas relaciones de amistad que cuidan durante toda la vida. Es decir, todo aquello que en Occidente despreciamos y dejamos de hacer por ser cosas viejas del pasado. Así que, me temo, nos quedan muchas, muchísimas ansiedades que pasar. 

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