MANCHA HÚMEDA (V) - ANVERSO Y REVERSO DE UN HUMEDAL (LAGUNAS DE VILLAFRANCA) - Momentos para discrepar

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miércoles, 1 de enero de 2020

MANCHA HÚMEDA (V) - ANVERSO Y REVERSO DE UN HUMEDAL (LAGUNAS DE VILLAFRANCA)

Comentábamos en el primer artículo dedicado a esta serie, que las lagunas manchegas han sido desde tiempo ancestral parte consustancial del sustrato de estas tierras; y aunque unas veces aborrecidas, y otras amadas por las gentes de estos lares, han sabido solapar su andadura al acontecer de nuestro pasar: la Mancha nunca habría sido tal cual es, sin su peculiar, extenso y magnífico patrimonio natural.
Pese a ello, fue un patrimonio que nunca mereció nuestra apreciación; y tan solo en los últimos años, precisamente en los tiempos de adoración del consumismo y la individualidad, han sido cuando han merecido algo de apreciación, seguramente porque de aquel patrimonio que conservamos intacto hasta prácticamente los inicios de los setenta de la centuria anterior —más de veintidós mil hectáreas de zonas húmedas—, solo quedan unas seis mil en la actualidad, apenas una cuarta parte de su referencia original.
ANVERSO Y REVERSO DE UN HUMEDAL (LAGUNAS DE VILLAFRANCA)
Laguna Grande de Villafranca
Y ante esta situación, esas pocas zonas húmedas que nos han quedado, han pasado a convertirse en un auténtico tesoro de valor excepcional.
Bien, pues de entre todas ellas, puede que el complejo palustre de las lagunas de Villafranca —lagunas Grande y Chica— sea una de las mayores joyas del mismo. Porque a la importancia que suma el hecho de tratarse de lagunas permanentes, habría que añadir el interés como complejo turístico que impone la laguna Grande, que ha sido utilizada como zona de baño y como balneario para alivio de “reumas” y afecciones de piel, desde inicios del siglo pasado hasta prácticamente el tiempo actual.
Aún recuerdo, como si fuera ayer, como si el tiempo no hubiera pasado, la felicidad que suponía ir “a los baños” de Villafranca, porque, por entonces, en la Mancha, el invento del turismo todavía estaba por llegar.
Lo cierto es que por aquellos tiempos, la familia había adquirido una furgoneta DKW para atender mejor el negocio familiar; la parte posterior adaptada para transportar leche, piensos o ganado; es decir, que igual apañaba un roto que un “descosio”. Se cubría con una lona, y allí nos metíamos todos -padres, tíos, primos-, al final de la tarde, cuando el negocio permitía un respiro, para irnos a bañar. Y me acuerdo de lo mucho que disfrutaba mi tío Isidoro, cuando al tomar en Villafranca el desvío de las lagunas y pasar frente a la casa cuartel de la Guardia Civil, nos mandaba callar, porque si no, nos podrían detener, dado que la DKW no admitía más que dos pasajeros en cabina. Y claro, aquello, para un niño como era yo, suponía un terror excepcional. Pero luego, llegábamos a la laguna, nos metíamos en sus aguas, y aquel disfrute superaba todo lo demás.
ANVERSO Y REVERSO DE UN HUMEDAL (LAGUNAS DE VILLAFRANCA)
Laguna Grande de Villafranca
Hay que señalar que la laguna Grande de Villafranca se sitúa a unos dos kilómetros al Noreste del término municipal. Es una laguna esteparia, endorreica, con aportes artificiales, lo que posibilita que, si originariamente era estacional, ahora permanezca encharcada todo el año. Sus aguas son hiposalinas, y cuenta con una superficie de unas sesenta hectáreas de propiedad pública municipal. Sin embargo, esta laguna es de esas que han experimentado una mayor modificación de su facies primitiva, al pasar a depender del río Gigüela a través de un canal de enlace, por el que recibe un aporte continuo de aguas superficiales, de tal modo, que este humedal soporta, tras Ruidera, la mayor presión recreativa que se pueda considerar.
La laguna Chica se encuentra a continuación de la Grande. Podría catalogarse de laguna fluvial, subsalina, permanente, y tiene una superficie de unas treinta y nueve hectáreas de terreno público municipal. Es la mejor conservada en su aspecto ecológico, rodeada de carrizales, espadañales, juncales y castañuela. Desde el punto de vista faunístico, su importancia es excepcional. Su estado de conservación, aceptable.
Son, por tanto, las lagunas de Villafranca, Grande y Chica, como el haz y el envés de lo que ha de significar el uso y la conservación de estos humedales: ecología y/o conservación prístina, o alternancia con el uso turístico y recreativo vacacional.
ANVERSO Y REVERSO DE UN HUMEDAL (LAGUNAS DE VILLAFRANCA)
Laguna Chica de Villafranca
Soy de los que no concibo que se pueda pretender mantener espacios naturales de espaldas al cuidado e interés, primero de las gentes que conviven con él, sean profesionales o población autóctona; y después, de todo el público en general que quiera disfrutar de él. Pero también soy de los que piensan que el uso de estos espacios requiere un comportamiento exquisito de respeto medioambiental que, en Villafranca, muy pocas veces se da, comenzando por la propia Corporación. Zonas disuasorias de aparcamiento de vehículos, señalización educativa de los valores ecológicos del espacio, tendidos eléctricos, adecuación al entorno de las horrendas construcciones levantadas en tiempos pasados sin ningún orden ni control… En fin, que en Villafranca, como en el resto de la Mancha Húmeda, todavía quedan muchas cosas por hacer, que desde luego, nunca se harán. Porque, a fin de cuentas, cien años de odio hacia nuestros humedales, dejan espeso poso y mucha “tela” que cortar.

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