ECOLOGÍA POLÍTICA (II) - NEUMONÍA ATÍPICA - Momentos para discrepar

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lunes, 24 de agosto de 2020

ECOLOGÍA POLÍTICA (II) - NEUMONÍA ATÍPICA

A comienzos de mayo de 1981 una extraña epidemia se declaró en la Comunidad de Madrid. El día 11 de ese mes, presentaba un cuadro de seis fallecidos y más de ciento cincuenta afectados. Era una enfermedad desconocida, por lo que inmediatamente se la calificó como un cuadro de “neumonía atípica”.
La epidemia se inició en el cercano pueblo de Torrejón de Ardoz, donde un niño perdió la vida, lo que dio lugar a toda clase de rumores y suspicacias en relación a la cercana base americana. El brote era muy extraño, y su sintomatología muy próxima a la intoxicación mercuriana.
CAMPOS DE COLZA
Durante los primeros días la epidemia parecía extenderse imparable sin que nadie supiese dar una razón de lo que estaba pasando. Por fin, el día 17 de junio de 1981, las autoridades comunicaron que la epidemia no era tal, sino que se debía a una intoxicación masiva debida al desvío para uso alimentario de aceite de colza previamente desnaturalizado con anilinas. Una intoxicación que al final afectaría a más de veinte mil personas, de las que morirían más de mil.
El episodio se cerraría, oficialmente, con la recogida masiva del aceite desnaturalizado; y un posterior y mediático juicio, en el que expendedores y distribuidores aceiteros serían condenados, por delito contra la salud pública, a distintos años de prisión.
Hasta aquí la versión oficial que ha quedado escrita en la historia, con el añadido de todas aquellas víctimas que han debido arrastrar durante el resto de sus vidas las terribles taras y secuelas que les dejó la intoxicación.
Pero existe otra versión paralela y casi desconocida a pesar de que fue publicada por Cambio 16, diez años después.
Todo comenzó en los mismos momentos del inicio de la intoxicación, cuando el doctor Muro, a la sazón director del Hospital del Rey de Madrid, el primer facultativo que investigó las intoxicaciones, descartó que pudieran deberse al aceite, pues observó que había enfermos que no habían consumido dicha sustancia, mientras que otros individuos que sí habían consumido el aceite no estaban enfermos. Mantenía este doctor que la intoxicación tenía su origen en una partida de tomates cultivados en Roquetas de Mar (Almería) previamente tratados con un compuesto químico organotiofosforado —tio, indica con presencia de azufre—. Tanto es así que este investigador, el día 23 de mayo de 1981, en un arranque de valentía y sinceridad predijo los nuevos focos de afectados.
Lo cierto es que el doctor Muro estuvo siguiendo la pista de la enfermedad y logró dar con la red de distribución del producto venenoso. De este modo, en la tarde del 13 de mayo notificó a los doctores Munera y Cañada —subdirectores generales de programas de Sanidad— en qué lugar, exactamente, iban a aparecer nuevos casos de afectados al día siguiente, con especificación de poblaciones y de calles. Al día siguiente, 14 de mayo, aparecieron, efectiva y puntualmente, estos nuevos afectados en las poblaciones y calles indicadas. Como resultado de su actuación, el doctor Muro fue cesado inmediatamente de su cargo de director del Hospital del Rey.
Lo más triste, lo que no se sabía aún en ese momento, es que este facultativo moriría prematuramente en la primavera de 1985 por un cáncer que muchos pensarían inducido. Pero hasta el momento de su muerte no dejaría de repetir que el alimento que causó la intoxicación estaba contaminado por una mezcla de pesticidas entre los cuales estarían el Nemacur y el Oftanol, productos de la casa Bayer.
¿El síndrome tóxico fue en realidad un envenenamiento masivo producido por químicos? Pues según se deduciría de las investigaciones posteriores, todo indica que sí.
NEUMONÍA ATÍPICA (SECUELAS)
El domingo, 2 de diciembre de 1984, el catedrático de medicina legal de la Universidad de Sevilla, Luis Frontela, manifestó en unas declaraciones a Diario 16 los resultados de sus experimentos con ratones alimentados con pimientos y tomates que previamente habían sido tratados con organofosforados, mientras otros lo fueron con el aceite de colza desnaturalizado. Entre el uno y el veinte por ciento de los animales que comieron alimentos tratados con pesticidas, murieron. El resto reprodujo las principales lesiones del síndrome tóxico. En cambio, los ratones a los que se les administró aceite de colza, lo único que hicieron fue engordar. 
Para coordinar las investigaciones sobre la intoxicación, el Gobierno creó el Plan Nacional del Síndrome Tóxico (PNST) que pasó a dirigir Carmen Salanueva. Al equipo se incorporaron distintos epidemiólogos. Entre ellos el matrimonio formado por María Jesús Clavera y Javier Martínez. Estos médicos pronto encontraron contradicciones en los datos que usaba la Administración para argumentar la causa de la intoxicación en el aceite. Incluso cuestionaron la hipótesis oficial de que el número de intoxicados comenzó a disminuir después de que se anunciase por televisión, el 10 de junio, que la causa podría ser el aceite de colza. Hipótesis que no corroboraban los datos, pues la intoxicación comenzó a disminuir unas dos semanas antes. Tampoco coincidía el seguimiento del circuito de comercialización del aceite con la propagación de la enfermedad. Solo un tres por mil de los consumidores del aceite sospechoso estaba infectado, mientras había víctimas que no habían consumido dicho aceite.
Lo cierto es que la Administración de la época se valió de todo tipo de medios para impedir la apertura de nuevas líneas de investigación ¿Por qué se dio toda esa confabulación para cerrar oficialmente el caso del síndrome tóxico? Los doctores Clavera y Martínez fueron despedidos de forma fulminante del PNST poco después de presentar sus datos a la OMS y nunca más pudieron trabajar como epidemiólogos. José Oneto, tuvo que dejar la dirección de Cambio 16, tras la publicación del reportaje "Un producto Bayer envenenó España". El abogado defensor de los aceiteros acusados tuvo que intervenir en el Parlamento Europeo para denunciar las amenazas que sufría… En fin, un episodio más de la historia negra de este país. Una manipulación más de esta endeble sociedad civil que parece que nunca va a despertar. Una cuestión más de ecología política —el uso masivo de pesticidas— que los altos poderes siempre tratan de ocultar…
En estos momentos que sufrimos una muchísimo más letal pandemia por coronavirus… ¿Podemos confiar en que nos están diciendo la verdad?

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