FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XII) - LA ADVERSIDAD - Momentos para discrepar

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sábado, 15 de agosto de 2020

FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XII) - LA ADVERSIDAD

Decía Séneca que era afortunado quien en su juicio recto se contenta con lo que posee, tiene amistades en su estado, y se deja guiar por la razón en sus acciones. Y que todo eso era parte consustancial del camino a la felicidad. Algo que para su época consideraba difícil de alcanzar. Tan difícil como lo es en la actualidad. Lo que demuestra cuán poco ha variado en el tiempo la esencia de lo humano.
FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XII)- LA ADVERSIDAD
Lo cierto es que la vida nos iría mucho mejor tan solo con aprender a distinguir qué cosas son las que dependen de nosotros, y por tanto, sobre las que podemos actuar; y cuáles no, y por tanto no nos deberían preocupar.
Dependen de nosotros nuestras acciones, movimientos, deseos, inclinaciones, aversiones; es decir, todas nuestras acciones.
No dependen de nosotros, el cuerpo y su salud, los bienes, la reputación, las dignidades; es decir, todo lo que no constituye nuestra propia acción.
Por tanto, todo lo que no está en nuestras manos cambiar, como sucede con la enfermedad cuando llega, constituye un obstáculo, pero no debería serlo para nuestra voluntad. Todos los accidentes son un obstáculo para algunas cosas, pero no deben serlo para nuestra vida, porque con el uso de la voluntad saldremos adelante.
Las cosas debemos aceptarlas como son, por duras que sean: eso constituye virtud y sabiduría. Error humano es esperar o pedir que las cosas lleguen como deseamos; si llegan, bien, nos alegraremos por momentos y después a continuar. Si no llegan, no queda más remedio que aceptarlo y ponernos a trabajar en lo que podemos hacer sobre ello.
Ante lo exterior hay que actuar siempre con las facultades que nos ha dado la naturaleza: la capacidad de resistir y la fuerza de voluntad. Si actuamos en base a estas capacidades, la imaginación no tendrá poder alguno sobre nosotros. Porque la mayoría de nuestros miedos y temores dimanan de nuestra imaginación; de cosas que pensamos que van a ocurrir, y que en realidad nunca ocurrirán.
Esto que parece tan lógico y sencillo, en realidad no es nada fácil de lograr. Solo puede conseguirse con práctica y tesón: es decir, construyendo hábitos en nuestra forma de pensar.
En resumen; ante la adversidad, circunstancia harto común que se sucederá repetidamente en nuestras vidas, debemos hacer todo lo posible por evitar la depresión. Para ello tenemos que trabajar en conseguir un estado de calma y tranquilidad que solo lograremos trabajando sobre nuestras decisiones y comportamientos, evaluándonos constantemente, y entendiendo la adversidad como el campo de entrenamiento que nos hará más fuertes para vivir.
Porque tan solo llegaremos a conocer cuál es la verdadera medida de nuestras fuerzas, cuando pasemos situaciones especialmente dificultosas. Si cada vez que caemos tenemos fuerzas para levantarnos, nuestra esperanza será infinita.
Y ya para terminar, un nuevo pensamiento para la reflexión: “No sé si realizaré progresos, pero prefiero la falta de éxito a la falta de fe (Séneca)” ¿Se puede pensar así en la sociedad actual?

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