FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXX) - TIEMPO DE VIDA - Momentos para discrepar

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miércoles, 30 de diciembre de 2020

FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXX) - TIEMPO DE VIDA

 

“Mínima es la parte de vida que vivimos” —escribió Virgilio. Pero solo lo es porque no sabemos utilizarla. Algunos emplean la mayor parte de su tiempo intentando colmar su insaciable avaricia; otros dilapidándola en mil trabajos inútiles, otros, intentando agradar a los demás, o siendo serviles a sus superiores con una veneración nuca agradecida que los mantiene como en una voluntaria esclavitud. En realidad, convierten la duración de su vida, no en vida, sino en tiempo.
LAGUNAS DE ALCÁZAR
Lagunas de Alcázar: tiempo de caminos
Por eso, tenemos que ser muy celosos de nuestro tiempo; es decir, deberíamos aprender a ser dueños de nosotros mismos. Y sin embargo, con cuánta facilidad nos quejamos de los demás: de la soberbia de los otros; porque no nos atendieron, porque no nos escucharon, porque nos miraron con desprecio o aviesamente, cuando no somos capaces de dedicarnos o dejar algo de nuestro tiempo para nosotros mismos ¿Cómo podemos, por tanto, exigírselo a los demás? ¿Cómo podemos ser tan estrechos en relación al cuidado de nuestro patrimonio, y sin embargo tan generosos a la hora de entregar nuestro tiempo?
Reconozco que yo mismo he sido uno de esos grandes despilfarradores de mi propio tiempo, siempre ocupado en mil cosas por hacer, a cuál más inútil cada una. Cuanta reunión, cuanta charla, cuánta citación, cuánto querer estar para nada resolver. He vivido mi tiempo como si éste fuera inacabable; entregándolo a manos llenas a cualquiera que lo requería. Y siempre a cambio de nada, ni tan siquiera un sutil agradecimiento.
Decía Thoreau que el verdadero valor de las cosas es la cantidad de eso que llamamos vida que hay que dar a cambio, enseguida o a la larga. Es decir, el valor de las cosas habría que medirlo según el tiempo de vida que nos quitan. Porque el tiempo que se nos ha concedido para vivir es lo único que se nos da. Y sin embargo, cuántos momentos nos son arrebatados; cuántos perdemos, cuántos dejamos marchar. 
Pero nunca es tarde para rectificar, si es que estamos convencidos de que debemos hacerlo. Saber convencernos a nosotros mismos de que cuando entregamos nuestro tiempo a alguien, le estamos dando lo mejor que tenemos, y que, por tanto, nadie es merecedor de él si demuestra que no sabe apreciarlo.
Ganaríamos mucho si fuésemos capaces de valorar nuestras horas, tanto en nuestro hacer y trabajo, procurando no desdeñarlo, tratando de hacer las cosas bien y obtener del mismo la mayor satisfacción; como en las restantes, que deberían dedicarse exclusivamente a la vida.
Yo soy hombre de dudas, también de lealtades; fiel a mis principios y a los compromisos otorgados. Lo que quiere decir, que soy de aquellos que se ha equivocado mucho. Y si en algo he podido rectificar, lo ha sido a fuerza de paciencia y estudio, trabajos que me han permitido, aún tardíamente, desembarazarme de los temores paralizantes que entumecían mis músculos. Pero con todo, lo que más me ha costado, ha sido saber distinguir en esa cuestión que denominamos de los “amigos”, y de los que, demasiadas veces, nos preciamos de tener muchos o infinitos.
Ahora sé que antes de conceder una amistad se debe juzgar. Porque es un error confiar antes de conocer. Se debe reflexionar; y reflexionar bien cuando queremos recibir a alguien como amigo. Y cuando lo hagamos, aceptarlo como es, porque junto al amigo se reciben también sus defectos. A los amigos solo hay que pedirles lo que pueden dar. Y evidentemente, darles con igualdad. Pero más importante aún es distinguir quienes de tus amigos no lo son; que tan solo son gentes que ocupan en tu vida un lugar como parientes o meros conocidos.
Y es aquí donde la valoración de nuestro propio tiempo debe permitirnos deshacernos de falsas lealtades y compromisos. Saber decir “no”, tantas veces como sea necesario, es una virtud. Y saber con quién compartes tu tiempo, el mayor valor. Así que, demos una vuelta por la sección de “amigos” de Facebook, WhatsApp e Instagram, y empecemos a eliminar. Seamos inteligentes: utilicemos nuestro tiempo para nosotros, y demos, tan solo, el que debamos dar.

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