FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXVII) - UN POCO DE ESTOICISMO - Momentos para discrepar

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jueves, 10 de diciembre de 2020

FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXVII) - UN POCO DE ESTOICISMO

 

Es algo bastante común: todos aquellos que persiguen o practican alguna forma de estoicismo, evitan hablar de ello. ¿Por qué? —cabría preguntar— ¿Acaso se avergüenzan?
Pero no suele ser esa la razón: sino por lo difícil que les resulta explicar estas creencias a todos aquellos que no saben de qué van; y mucho más defenderlas cuando se las mal interpreta, o se las considera algo del pasado que no tiene cabida en la sociedad actual.
Sin embargo, alguien que se mueve o pretende iniciarse en el pensamiento estoico, necesita tener las armas para, llegado el caso, poder explicar la esencia del estoicismo. Y ello en el lapso de unos minutos, que será el tiempo máximo del que probablemente dispondrá.
LA REFLEXIÓN FILOSÓFICA
 
Sin embargo, antes de seguir con este post, me gustaría comentar las muchísimas veces en las que me encuentro con aseveraciones o citas de autores, compositores, pintores, poetas —unos amigos o conocidos; otros no—, que hacen postulados que cabría considerar como puro estoicismo, sin que ellos lo hayan podido considerar, pero que, sin embargo, es así, y sus postulados, desde luego, lo son.
Por ejemplo, Cairo Antelo, pensador y poeta por excelencia, afirma en uno de sus escritos: “Regala tu tiempo solo a quien demuestre saber lo que vale. Es el don más valioso y el que se nos va sin retorno posible”. Pensamiento que conecta con Séneca, hace dos mil años: “Insensato es el hombre que permite que se escape su tiempo, siendo éste irreparable” —decía el filósofo estoico.
Así, pues, el estoicismo no es algo desfasado, ni tan poco pensamiento de moda para unos cuantos iluminados o desubicados del mundo actual. Es tan solo, conocimiento y lógica racional para entender la vida y ser capaces de vivirla algo mejor.
Así que, si tuviera que trasladar algo de conocimiento estoico en cuestión de minutos, quizá elegiría cuatro de sus postulados:
1. Que la mayor parte de nuestra infelicidad proviene del hecho de intentar controlar lo que no está bajo nuestro control, y no sabemos actuar sobre aquello que sí lo está.
2. Que lo que está bajo nuestro control es lo que creemos, lo que deseamos u odiamos y hacia lo que nos movemos o evitamos. Casi todo lo demás no está bajo nuestro control. Por tanto, debemos actuar siempre bajo el imperio de nuestra realidad, y de acuerdo con la naturaleza del mundo, que es como son las cosas.
3. Para lograrlo necesitamos sabiduría, justicia, coraje y moderación.
4. Las cosas buenas que tenemos hay que considerarlas como un préstamo que se nos puede pedir y que deberemos devolver en cualquier momento.
Así, pues, el estoicismo moderno no es otra filosofía más impresa en libros, revistas, artículos —aunque también lo esté—; es algo que se practica y se hace. Es una llamada a nuestras acciones para vivir con dignidad y altruismo. No se trata de traficar con ningún credo, sino de practicar la autorreflexión honesta para tratar de mejorarnos a nosotros mismos y saber revertirlo a la sociedad.

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