FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXXIX) – APRENDER DE LOS ESTOICOS - Momentos para discrepar

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domingo, 28 de febrero de 2021

FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXXIX) – APRENDER DE LOS ESTOICOS

 

SERIE: MOMENTOS PARA EL DIÁLOGO
 
De forma casual he tenido la oportunidad de acceder a una especie de diario, en el que un neófito viene a exponer el modo y la manera por la que aprendió a apreciar el estoicismo. Y me ha parecido tan interesante y enriquecedor, que no he podido menos que tratar de transcribir su propia experiencia.
Decía nuestro anónimo principiante:

Abril, 2020
En febrero el Reino Unido ha tenido su primer caso —se refiere a la pandemia del COVID-19—, seguido de su primera muerte. En marzo el país se bloqueó. Nadie sabía por cuanto tiempo se extendería el bloqueo. Tuve mi primera crisis inducida por el encierro.

    —Los estoicos te dirían que no debemos preocuparnos por cosas fuera de nuestro control —me dijo     mi socio.
    —Que se jodan los estoicos —le respondí.
    —Lee a Marco Aurelio —me dijo.

Y lo hizo. Qué otra cosa podía hacer. Estaba encerrado durante una pandemia. Las Meditaciones de Marco Aurelio no le dijeron nada, o casi nada. Era lo que pensaba un hombre poderoso sobre la vida y el vivir. Sin embargo, algunas cosas le intrigaron; sobre todo dos ideas centrales:
    1. El estoicismo es más una forma de vida que un área de conocimiento.
    2. La mayoría de las cosas están fuera de nuestro control.
A nuestro neófito, el primer punto le pareció interesante. La idea de acceder a la calma aceptando el destino, siempre es tentadora para los que nunca la han tenido.
Sin embargo, como todo humano, manejaba muchos sentimientos. Y pensar en dominar esos sentimientos era muy poco realista. Pero aprender qué podía hacer con ellos era algo ciertamente interesante. De modo que nuestro principiante, cada vez que tenía un sentimiento que le abrumaba, empezó a preguntarse: ¿Puedo solucionar esto? Generalmente la respuesta era no. Entonces se preguntaba ¿Qué puedo hacer? Y la mayoría de las veces no solía encontrar solución. “Esto es estúpido y sin sentido. Nunca funcionará” —se decía—. ¡A hacer puñetas el estoicismo!
Pero persistió en el intento. Y descubrió que, lentamente, muy lentamente, comenzó a cambiar su forma de reaccionar ante los acontecimientos. Se puede decir que comenzaba a soportar la incomodidad; que estaba aprendiendo a estar bien, con el hecho de no estar bien.

Septiembre, 2020
No soy bueno con la palabra “no”. Es más, soy absolutamente pésimo para decir "no" a los demás.

Su trabajo era el mayor culpable —pensó—. De modo que cuando tuvo que trabajar desde casa el problema se agravó ¿Cómo se puede dejar de trabajar cuando estás viviendo en la oficina?
Investigó sobre ello. Analizó las recomendaciones que le llegaban de los amigos: “Prueba el yoga” “Has meditación” …
El descubrimiento llegó mediante una noche de insomnio, cuando se enfrentó a la realidad de comprender que de la lista de tareas que se había asignado para ese día, no había conseguido hacer ni la mitad; y las que había hecho, no las había hecho bien. La revelación se mostró inmediata: apagó sus dispositivos electrónicos, y se durmió inmediatamente.
Comprendió que, en su día a día, se estaba quemando. Que llenar cada segundo de su vida con hacer no beneficiaba a nadie, y menos a él mismo. Llegó a la conclusión de que el tiempo no es un recurso renovable. De modo que tenía que gastarlo sabiamente. Descubrió el beneficio de la autorreflexión; y muy especialmente de la desconexión. Para ello comenzó con cosas diarias y sencillas. La ducha matutina; cinco minutos de no pensar en tareas pendientes, o en las que no se habían completado. Cinco o diez minutos de vivir en el presente; todo ese tiempo solo para él. ¡Vaya, parecía que el estoicismo no era tan inútil; algo le había comenzado a aportar!
Fue en ese momento cuando lo decidió. Insistiría en ese conocimiento porque, apenas principiante, y ya se encontraba algo mejor.

Noviembre, 2020
Cuando en noviembre de 2016, las elecciones americanas resultaron como resultaron, recibí un impacto aplastante en mi pequeño micromundo.

En 2020 no tenía ninguna esperanza de que las cosas pudieran cambiar. Pensaba que él ya conocía el resultado de antemano. Así que trabajó para distanciarse emocionalmente de lo que consideraba un resultado inevitable. Sin embargo, a medida que avanzaban los recuentos, todo apuntaba a que la cosa iba a cambiar.
Durante todo el año anterior, su socio había estado intentando que practicara la visualización negativa. Pero, como era habitual en él, pasaba del estoicismo. No tenía que practicar pensando en el peor de los casos, porque eso, él, lo hacía de forma natural. Lo que nunca había pensado, era que con su elección se había preparado para el peor de los resultados y había procesado cómo le afectaría y qué podría hacer que no hubiera hecho ya. Se había preparado para lo peor, y luego lo peor no sucedió ¡Tanto mejor!

Diciembre, 2020
Comprendí que no existe un solo camino para el estoicismo. No existe una guía de cómo se tiene que hacer.

Y ello, porque el estoicismo no es un destino, y comprender su filosofía implica comprender que solo se puede practicar de forma imperfecta.

Abril, 2021
La pandemia sigue limitando mi vida, exactamente igual que le ocurre a todos los demás. Pero he aprendido a controlar la incertidumbre. He aprendido a apreciar las imperfecciones de la vida.

Nuestro hombre entendió que está en un continuo viaje de descubrimiento, y que el único progreso personal que debe preocuparnos es el propio. Además, hay que valorar cada momento, porque nunca volverá.
Así que éste ha sido el resultado de nuestro aprendiz un año después de iniciar sus primeras incursiones en el estoicismo ¿Se considera un estoico? ¡No, pero sigue practicando! Algo que yo mismo podría decir sobre mi propio proceso de lectura y aprendizaje.

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