MANCHA HÚMEDA (XV) - RUIDERA: LA PROPIEDAD - Momentos para discrepar

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sábado, 4 de abril de 2020

MANCHA HÚMEDA (XV) - RUIDERA: LA PROPIEDAD

Comprendo que estas brevísimas colaboraciones sobre Ruidera no constituyen lo habitual; quiero decir, que no es lo que de forma tradicional se suele escribir cuando se hace cualquier glosa o artículo sobre el parque natural. Porque lo normal es escribir para ensalzar aquel referente del que se escribe, no para denostarlo, o para airear los problemas que pueda tener. Pero lo hago en el convencimiento absoluto de que todos los valores positivos del parque son ensalzados cada día, de las más variadas formas que podamos pensar. Y ello no significa, precisamente, que eso ayude a conservarlo o a mejorar su gestión; si acaso, al contrario, tan solo sirve para atraer más y más visitantes, lo que conlleva más y más destrucción.
RUIDERA: LA PROPIEDAD PRIVADA
Porque del parque, ya lo he dicho en otras ocasiones, son muchísimos los que conocen su belleza y sus encantos naturales; pero son pocos, poquísimos, los que conocen su esencia y su ser.
Ruidera, a lo largo del tiempo, fue conformada por la acción de los elementos naturales, qué duda cabe, pero también por la acción del hombre sobre el Medio. Y como esta última es la más desconocida, pese a ser la que más ha influido sobre su amplia transformación, hora es de que escribamos sobre ella, pese a conocer que muchas de las cosas que reflejaremos no gustarán, o no gustarán a todo el mundo. Pero aquí debo decir que me voy a decantar por usar algunos de los principios filosóficos de los que usaba la escuela cínica, sobre todo aquel de expresar las cosas como las sentimos sin necesidad de guardar respeto por la forma social; es decir, que en este caso propongo, sencillamente, pasarme aquello de lo “políticamente correcto” por el “arco del triunfo”, para expresar, simple y claramente, cuál es mi opinión sobre el tema; eso sí, opinión contrastada después de muchos años de investigación.
Y así, como quiera que ya aclaráramos anteriormente, cuál fue el comienzo de la destrucción ecológica de Ruidera, y cómo la movilización ciudadana incidió en que se declarara tempranamente la sobreexplotación del acuífero 24, hoy vamos a razonar la otra afirmación que hacía en la entrega anterior: que la gran propiedad siempre fue el Leviatán de Ruidera, su gran amenaza, el caballo de Atila sobre aquel medio social.
La historia comenzó en los ya lejanos tiempos de comienzos del siglo XIX, cuando en plena ocupación francesa, el “rey intruso”, José I, incautó los bienes de las Órdenes de Calatrava y Santiago, para dotar económica y patrimonialmente a la Real Orden de España —un Ente creado para beneficio propio y de los leales al régimen—. De este modo, las lagunas, Tinaja, Redondilla Lengua, Salvadora, Ibáñez (actual Santos Morcillo), Berruecosa (actual Batana) y mitad de la Colgada, quedaron incorporadas a la Real Orden de España, y por tanto al patrimonio real.
RUIDERA: LA PROPIEDAD PRIVADA
Posteriormente, y durante el denominado “Trienio liberal”, se inició una acción desamortizadora, gracias a la cual, en 1821, don Diego Tomás de Ballesteros, adquirió el lote “Lagunas de Ruidera” por compra al Estado.
De igual manera, en virtud de la Ley de Desamortización, de 2 de septiembre de 1841, el Estado poseía, procedente de la Orden de San Juan, una finca que incluía varias lagunas de Ruidera. Sacada a subasta, la compró don Pascual Aparicio Sánchez. Posteriormente, la finca sufrió diferentes ventas y transacciones, hasta llegar a las manos de don Antonio García Noblejas, que inscribió a su nombre, en 1898, el “Coto de Ruidera”, que integraba dentro del mismo, parte de la laguna Colgada, la del Rey, la Morenilla y parte de la Coladilla.
Así, pues, por obra y gracia de la más rancia tradición liberal, y bajo los argumentos del Derecho y del principio jurídico de la propiedad, las lagunas de Ruidera, desde entonces, y a pesar de todos los cambios producidos por enajenaciones y herencias, son propiedad privada protegida legítimamente por el entramado legal.
¿Y esto que ha posibilitado a lo largo de siglo y medio de uso de la propiedad privada? Pues mucho caciquismo, violencia, miseria jornalera, subordinación vejatoria, furtivismo, temor a los guardas privados, y auténtico terror a la Guardia Civil; además de todo tipo de actuaciones sobre las lagunas y travertinos que cambiaron toda la faz del parque natural.
Y la única posibilidad para aquellos miserables jornaleros de intentar salir de tanta pobreza y miseria, vino de la mano de la muy odiosa emigración. Ese ha sido el panorama social de Ruidera, hasta prácticamente finales de los años sesenta del pasado siglo, en los que algo comenzó a cambiar con la llegada de los primeros turistas. 
Pero por hoy pienso que ya es suficiente. Continuaremos en otra próxima entrega, porque lo que vino después, para el parque natural, fue mucho peor.

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