MOMENTOS PARA EL DIÁLOGO (VI) - UN DÍA MÁS - Momentos para discrepar

Lo último:

Anuncios adaptables aquí (0)

Anuncios adaptables aquí (1)

miércoles, 8 de abril de 2020

MOMENTOS PARA EL DIÁLOGO (VI) - UN DÍA MÁS

Un día más de este confinamiento obligado; lo que es tanto como decir, un día más para probar nuestra capacidad de aguante ante la frustración. Porque es, precisamente, en estos momentos tan especiales, tan inconcebibles hace unos días, cuando va a surgir en nosotros todo lo bueno —lo mejor, diría yo— que llevamos dentro. Pero también, desgraciadamente, puede surgir lo peor. Y de ambos casos tenemos ejemplos todos los días.
Y no pienso que sean tiempos para sacar lo malo y negativo que llevamos dentro, sino todo lo contrario, momentos para dar lo mejor, para practicar el altruismo, que siempre resulta más poderoso que la obligación. Y ello por una sola razón: porque el altruismo nos convierte en mejores personas; nos hace más felices en sí.
MOMENTOS PARA EL DIÁLOGO (VI) - UN DÍA MÁS
 
Sé que escribo para poca gente; que estos textos no suscitan gran interés en el contexto actual. Pero ello no me desanima, porque conozco que no hay movimiento alguno que pueda acercar a dos mentes separadas. Por tanto, escribo para aquellos que buscan vivir cerca del dominio de su propia existencia; que saben de obligaciones y deberes, que buscan ser mejores, porque eso les ayuda a vivir mejor; pero que también conocen sus imperfecciones, que comprenden con cuanta facilidad las circunstancias pasajeras determinan sus hechos siendo causa ordinaria del olvido y la distracción del propósito principal. Porque somos imperfectos, qué duda cabe, y a veces, unas breves reflexiones nos vuelven a situar allá, en el espacio del pensamiento donde deberíamos estar.
Por eso me gustaría recordar hoy, aquellos condicionantes que los estoicos consideraban básicos para ser persona, para ser elemento válido dentro de su comunidad, que era tanto como decir, para ser felices en lo individual, porque solo sabiendo ser ciudadano se puede alcanzar la plenitud personal. 
Todo individuo debe poseer un dominio de sí a través de su propio autocontrol, siempre debe controlar sus reacciones ante los hechos; debe, además, juzgar correctamente, conocer en todo momento qué cosas están bajo su control, y qué cosas no. Ha de mantener siempre unos ideales y valores, y permanecer en ellos contra viento y marea, además de fijar unos objetivos de vida acordes con ellos. Por tanto, siempre debemos cumplir nuestros deberes, con perseverancia, siendo capaces de soportar los reveses, y sobre todo sabiendo siempre el precio que estamos dispuestos a pagar, lo que es digno para nosotros, y lo que no. Y cuando nuestra vida se ajuste así, lo único que el ser humano debe hacer es ser sociable, porque lo que beneficia al grupo, también beneficia a uno, y viceversa; actuar siempre en consecuencia, siendo persona de palabra y honor. Y permítete soñar, como no, pero con los pies en la tierra; siempre entre soñar y hacer, hacer.
Estamos pasando por momentos críticos donde el miedo es la norma. Pero eso es, precisamente, lo que más debemos temer: tener miedo al miedo. Y esto solo se combate con lo mejor que llevamos dentro, con solidaridad, altruismo y generosidad. Pero sobre todo controlando la ira y el odio. Es inconcebible que mientras cientos de miles de personas se esfuerzan día a día, en primera línea de fuego, asegurando nuestro bienestar diario: sanitarios, agricultores, bomberos, transportistas, limpiadores, albañiles, fontaneros, dependientes, y tantos otros de esos que, en tiempos normales, nadie quiere saber nada —el populacho sin banderas ni patriotismos—, pero que ahora salva el culo de tantos jerarcas pudientes, políticos incluidos; es inconcebible, repito, que aticemos los odios incrementando bulos y mentiras —fake news, las llaman ahora lo ”políticamente correcto”—, para no resolver nada, para no ofrecer soluciones, solo para atizar el odio contra el otro, contra el que no está conmigo porque no piensa como yo.
Me parece que, en el momento actual, antes de querer cambiar el mundo, deberíamos probar a cambiarnos a nosotros mismos. Y para ello no estaría de más darle un repasito a los principios éticos —estoicos, humanistas, o como se quieran llamar, qué más da—. A lo mejor llegaríamos a la conclusión de que no somos tan buena gente como pensamos en realidad.

1 comentario:

  1. Al hilo de tu texto y de lo de ser buena gente, muchas veces me he preguntado que si todos somos tan buenas personas y tan buenos amigos como pensamos de nosotros mismos por que le fallamos a los demás?
    Como tu dices ¿ será que no somos tan buena gente ?

    ResponderEliminar

Gracias por comentar...

Anuncios adaptables aquí (2)