ECOLOGÍA POLÍTICA (V) - ASUÁN - Momentos para discrepar

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viernes, 16 de octubre de 2020

ECOLOGÍA POLÍTICA (V) - ASUÁN

 

Egipto es un desierto en el noventa y ocho por ciento de su territorio. Solo las márgenes del Nilo están habitadas y son fértiles. Por ello, cualquier política sobre el control del agua del Nilo es una decisión geopolítica de la mayor relevancia para el país.
En 1954, un militar egipcio, Gamal Abdel Nasser, alcanzó el poder tras un golpe militar que derrocó al rey Faruk, convirtiéndose en el primer egipcio que gobernó el país desde el siglo VI a.C.
El nuevo gobierno pronto convirtió en su política estrella la idea de realizar una mega presa en Asuán capaz de hacer posible el control definitivo del río. Lo que, supuestamente, implicaría una inmensa mejora en la vida del país.
PRESA DE ASUÁN
Presa de Asuán
La presa se diseñó en 1956; se inició su construcción en 1959, y se finalizó en 1970. La obra supuso una megalómana edificación que se elevaba ciento once metros sobre el nivel del mar, con una longitud de tres mil seiscientos metros, novecientos ochenta metros de anchura máxima, y una capacidad de almacenamiento de ciento sesenta y cinco kilómetros cúbicos de agua.
Con esta construcción se aspiraba a proteger a la población de las históricas crecidas del Nilo, almacenar agua para riego y consumo, y producir energía hidroeléctrica. Su costo se elevó a mil millones de dólares de la época, y trabajaron en ella unos veinticinco mil operarios, de los cuales mil de ellos murieron durante el periodo de obras.
Al lago generado con el represamiento se le denomino “Lago Nasser”. En su máximo recorrido se adentra hacia el sur más de quinientos kilómetros, llegando hasta Sudán. La superficie inundada es de cinco mil doscientos cuarenta y ocho kilómetros cuadrados, similar a la superficie de la comunidad autónoma de Cantabria.
CONSTRUCCIÓN PRESA DE ASUÁN
Construcción presa de Asuán
La puesta en marcha a plena producción de la presa pareció dar los resultados apetecidos; los efectos de las peligrosas inundaciones y las terribles sequías se mitigaron profundamente. Se creó una nueva industria pesquera alrededor del lago Nasser, y se logró una producción de energía eléctrica de diez mil GWh/año. Los objetivos planeados parecían haberse alcanzado en su totalidad.
En el momento de su construcción se contó con un equipo profesional impresionante: geólogos, ingenieros, economistas. Para la vieja concepción de la ciencia, no hacía falta nada más. A nadie se le ocurrió pensar en contratar a ecólogos, ni a médicos sanitaristas. Como consecuencia, bastaron pocos años para que el impacto ecológico de tan faraónica obra se mostrara en toda su magnitud: sedimentación excesiva aguas arriba, erosión aguas abajo, desaparición de especies, destrucción y salinización del delta del Nilo, contaminación provocada por fertilizantes, herbicidas y pesticidas; y lo que es peor, se agravó enormemente el riesgo sanitario de poblaciones enteras, puesto que los canales de riego y los márgenes del Nasser crearon el hábitat perfecto para la proliferación de mosquitos, insectos y animales que transmitían gravísimas enfermedades.
En el Nilo vive un pequeño caracol que transmite una enfermedad llamada esquistosomiasis. Este caracol prolifera en aguas lentas. Como el Nilo las tenía rápidas, había pocos de ellos. La represa hizo más lentas las aguas, lo que produjo una explosión demográfica de caracoles; cientos de miles de personas se contagiaron por la enfermedad. Una enfermedad tan grave, que ya el mismo Napoleón llamó a Egipto “el país de los hombres con reglas” por haberlos visto orinar sangre, que es uno de los síntomas característicos de la enfermedad. Malaria, fiebre del Nilo, y todo tipo de enfermedades de la piel son consecuencia de los mosquitos y parásitos que abundan en el nuevo Nilo de Asuán.
Tampoco contaron con la opinión de agrónomos. Si se quería producir electricidad y no aumentar los cultivos ¿Para que servirían los agrónomos? Así que, ignoraron que la agricultura egipcia dependía de las inundaciones anuales del Nilo que fertilizaban las orillas de un país arenoso. Con la presa se cortaron las inundaciones. Y sin fertilización los suelos decayeron y las arenas comenzaron a cubrir los campos de cultivo: Egipto comenzó a importar alimentos en vez de producirlos. Y los que producía ahora necesitaban toneladas de fertilizantes químicos, abonos y pesticidas que terminaban como residuos en el río.
Lo mismo ocurrió con la desembocadura del Mediterráneo. Al dejar de llegar los miles de toneladas de nutrientes que aportaban los sedimentos, decayó todo el sector pesquero. Egipto, con Asuán, producía electricidad, pero lo hizo al precio de arruinar su agricultura y pesca. Y esto no fue obra de unos irresponsables, sino de los mejores especialistas del mundo.
El debate que siguió a tal desastre conmovió al mundo científico, puesto que salió a la luz que la ciencia, como ocurrió con la bomba atómica, era capaz de originar desastres infinitamente superiores a los bienes conseguidos.
El Nilo, en la actualidad, es un mero colector de residuos industriales que mantiene un crecimiento exponencial de su capacidad de contaminación. Año tras año, los acuíferos se contaminan con residuos de hierro, manganeso, aluminio, nitratos y fósforos: productos que envenenan directamente los organismos ocasionando fuertes alteraciones gástricas, importantes problemas de riñón, y ello sobre una creciente población.
Las masivas plagas de mosquitos, insectos y parásitos intentan ser aplacadas con la utilización masiva de pesticidas que acaban en el Nilo. El agua que riega las plantas está hoy tan contaminada que envenena literalmente a su propia población.
Egipto tiene hoy ochenta y dos millones de personas, y sigue creciendo a buen ritmo, disminuyendo a pasos agigantados la disponibilidad de agua por habitante ¡Y eso en un país desértico!, que enferma a un ritmo creciente por enfermedades infecciosas que hoy ya están erradicadas en Occidente.
Y sin embargo, todo Egipto sigue sintiéndose orgulloso de su faraónica presa de Asuán... ¡No sé!; probablemente el que no entiende nada de todo esto soy yo.

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