FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXI) - TIEMPOS DE COVID - Momentos para discrepar

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jueves, 29 de octubre de 2020

FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (XXI) - TIEMPOS DE COVID

 

Seguimos preocupados por aquello de la pandemia. Unos más que otros, desde luego. Desde los que se han obsesionado patológicamente con la enfermedad, hasta los que la obvian actuando con la indiferencia y la insolidaridad de seguir con las mismas pautas de cuando aquí nada pasaba. Y, ¡hombre!; ni lo uno, ni lo otro ¡creo yo!, porque ambas posturas significan pasarse, si bien por los distintos extremos.
TIEMPOS DE COVID
 
Es normal, desde luego, que si alguien del entorno familiar, laboral o de amistades, ha pasado el COVID, o lo sufre en el momento actual, andemos preocupados, ocupándonos, fundamentalmente, en mitigar las consecuencias. No podría ser de otra manera. Pero si de momento el virus no nos afecta directamente, a nosotros o a nuestro entorno; y si lo que andamos preocupados o frustrados es porque vemos amenazados nuestros modos de vida cotidiana, o porque nos sentimos como en un arresto virtual que frustra nuestros momentos inmediatos, e incluso los futuros también, no cabe duda de que el problema no lo estamos enfocando bien.
Decía Séneca: “Con qué frecuencia lo que parecía terrible ha resultado ser la fuente y comienzo de la felicidad”. ¿Acaso no debemos mantenernos en la esperanza de que, si tomamos todas las precauciones recomendadas, solo tendremos una pequeña probabilidad de contraer el virus? ¿Acaso no debemos confiar en que las empresas farmacéuticas y de biotecnología terminaran por encontrar, antes que después, la vacuna contra la pandemia? ¿No deberíamos estar agradecidos de que miles de profesionales sanitarios estén trabajando en primera línea para cuidarnos a costa de un gran riesgo personal?
Disponemos de tecnologías impensables hace unos años, que ahora nos permiten trabajar desde donde estemos. Podemos adquirir multitud de cosas necesarias para el día a día sin movernos; comunicarnos con nuestros familiares a través de video conferencias a bajísimo costo… Es decir, estamos en condiciones de satisfacer casi todas nuestras necesidades sin movernos de casa. Luego, por qué no hemos de buscar el lado positivo a la situación actual. Porque tiene su lado positivo, sin duda. Valorémoslo:
Qué tal si hablamos de disponer de tiempo de calidad para disfrutar de nuestra familia; para leer, estudiar, hacer algo de ejercicio, relajarnos, o simplemente para hacer aquellas cosas que antes no podíamos porque “no teníamos tiempo”.
O qué tal si hablamos de la oportunidad de volver a pensar en que todos podemos ser útiles para alguien. Porque nos necesitamos los unos a los otros. Marco Aurelio, el emperador estoico, decía que debíamos pensar en el vínculo que une el universo, donde todos dependen unos de otros; todos están interconectados entre sí.
Por tanto, deberíamos estar siempre tranquilos, porque al fin, nadie, cualquiera que sea su rango o estatus, está libre de resultar infectado. No es algo que controlemos; en nuestra mano solo está la posibilidad de acatar y hacer aquello que pueda prevenir. Lo que debemos evitar es fallar en aquello que depende de nosotros. No huyamos de nuestras obligaciones; pensemos no solo en nosotros o nuestros familiares, sino también en nuestro entorno de amigos y convecinos. Seamos, por tanto, moderados, discretos y solidarios. Porque como dice Cairo Antelo, la persona más ignorante es la que no sabe escuchar, o no quiere.

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