RUIDERA, LA POLÍTICA Y LA VERDAD

Resulta sorprendente comprobar hasta qué extremo hemos llegado para aceptar, como si esto fuera la cosa más natural del mundo, que los políticos nos mienten o cuando menos manipulan a su conveniencia la verdad. ¿Por qué? —me pregunto constantemente— ¿Por qué si sabemos que nos mienten les seguimos justificando y votando? ¿¡Quizá porque son de nuestro partido o de nuestra ideología particular!?

Ruidera y los excesos de la propiedad privada

Hay teóricos que vienen a sostener que a veces resulta justificado que los políticos no digan toda la verdad, sobre todo si con ello se evitan males mayores (guerras, disturbios, etc.). Sin embargo yo pienso que la mentira, o el uso interesado y/o parcial de la verdad —las medias verdades que tanto se utilizan— nunca están justificados en las personas de honor. Y mucho menos en aquellas que por su dedicación pública un día juraron o prometieron defender las leyes y la Constitución, que es tanto como jurar o prometer defender la verdad y el bien general. Y no lo acepto ni siquiera para esas situaciones tan excepcionales que hemos puesto como ejemplo a considerar. Así que mucho menos cuando estas mentiras son utilizadas para su propio favor o interés, conduciéndonos a las tan habituales situaciones de corrupción, vanidad y prepotencia de los líderes políticos que ya son capaces de decir con todo el descaro del mundo lo que les conviene prescindiendo de todo atisbo de ética o moral.

De modo que la mentira en política es hoy algo tan consustancial que ya, como el que no quiere la cosa, ha entrado a formar parte del entramado político y social a todos los niveles, desde el máximo internacional hasta el más humilde local.

Fue Maquiavelo el primero que teorizó sobre el engaño en la política como parte de la estrategia, un argumento absolutamente inmoral que no resulta disculpable ni siquiera bajo el argumento de no disponer de otros medios para lograr un objetivo común.

Con mentiras semejantes, a lo largo de la historia, nos llevaron a morir a sus guerras —la última la de Irak—; están creando en el momento actual condiciones de intolerancia y xenofobia, nos venden las bondades de políticas económicas que sólo sirven para lucrar a los de siempre; y mientras, hunden en la miseria y la desesperación a miles de ciudadanos que salvo llorar su impotencia poco más pueden hacer. Pero con todo, si existe un tema en el que se miente con un descaro ejemplar, este es en el asunto del Medio Ambiente y su mejor protección.

No me siento capaz de hacer afirmaciones de alto nivel nacional o internacional, aunque abundan los datos científicos para todo aquel que quiera investigar. Pero sí me precio de conocer bien el Medio Ambiente en la Mancha, y de lo que los diversos políticos han dicho y han venido haciendo sobre él. Y sobre todo, y como caso paradigmático, lo que han venido haciendo y lo que acontece sobre el parque natural de las Lagunas de Ruidera, un paraje sobre el que todos los políticos autonómicos que han sido y serán se han manifestado calificándolas como "la joya de la corona" que a todo trance habría que salvaguardar. Y sin embargo Ruidera ha sido, es y seguirá siendo el parque natural peor gestionado del continente europeo, cuando no absolutamente abandonado por la acción política institucional ¡Se puede actuar con mayor sinrazón!

Ruidera y los excesos de la propiedad privada

Porque no hay día en el que no se produzca alguna nueva barbaridad sobre el desprotegido Parque Natural —masificación, descontrol, usos inadecuados, vertidos contaminados, invasión del dominio público por la propiedad particular, destrucción de barreras travertínicas, y para qué seguir más—, y no hay ni un solo político o funcionario, desde Presidencia para abajo, que sean capaces de asumir su responsabilidad. Que Ruidera no tiene PORN, incumpliendo la legislación sobre espacios naturales protegidos, pues se justifica con medias verdades y ya está. Que hay que modificar el PRUG para colocar como tercer objetivo del parque natural la defensa de los intereses socioeconómicos de los pueblos —eufemismo para soslayar que los intereses que quieren blindar son los de la propiedad privada, pues hay que indicar que en el PRUG anterior este objetivo ocupa el noveno y último lugar— pues eso parece que les llena de orgullo. Que los alcaldes y funcionarios con competencias parecen instalados en un inmovilismo contrario a cualquier propuesta innovadora, pues eso también parece una realidad. Y así podríamos seguir y seguir para en el fondo llegar a la misma conclusión: que en política se miente mucho y con descaro, y que en cuestiones de Medio Ambiente, en la Mancha y sobre Ruidera en particular, la mentira no es sólo un descaro, es un bochorno espantoso imposible de soportar. Sin más literaturas.