LA HORA 25 - Momentos para discrepar

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martes, 28 de abril de 2020

LA HORA 25

A veces necesito volver a las lecturas de los clásicos; quiero decir, a las lecturas de primera época que dejaron una honda huella, y que, por tanto, automáticamente se convierten en “clásicos” para mí. Son libros que ocupan los primeros anaqueles de mi librería (o los últimos, según se mire), y de los que nunca dejo que acumulen polvo, porque eso supondría una especie de abandono imperdonable. Los tomo, de vez en cuando, los hojeo, leo las notas que algunos de ellos contienen, y después vuelven a ocupar su lugar en espera del tiempo en que los vuelva a leer.
LA HORA 25
Ya he comentado en otras reseñas que, en estos últimos tiempos, estoy leyendo mucha literatura actual, de esa que se vende y triunfa en plazas como Amazon. Busco con ello conocer las tendencias actuales, los estilos, las claves de su aceptación y triunfo. Pero en realidad, pocas, muy pocas veces, llego a encontrar literatura de calidad; lo que hace que me pregunte la razón de su aceptación por parte de un público global.
Es cierto que esta es una opinión muy subjetiva y personal, aunque también es verdad que el acceso a las modernas y gratuitas técnicas de publicación, ha dado pie a la proliferación de todo tipo de pseudo literatura: sin estilo, sin ortografía, sin corrección, sin técnica ni oficio; en fin, una bazofia impresionante que ha venido a saturar el mundo de la autopublicación.
Pero también es indiscutible que, entre ellas, de vez en cuando, se encuentran obras y autores de gran calidad; aunque, eso sí, en mi opinión personal, eso ocurre demasiado “de cuando en cuando”.
Y sin embargo, la plataforma Amazon, nos presenta cada día nuevos bestseller, que uno se arriesga a leer, para quedar luego vacío y con una gran desilusión… ¿Qué me pasa? —me pregunto.
Pues seguramente que ya no llego a conectar con las modas y tendencias que gustan a las nuevas generaciones; esa es la verdad. Por eso, cada dos o tres lecturas, necesito retomar uno de mis clásicos, porque me apetece disfrutar. Y esta vez le ha vuelto a tocar el turno a La hora 25, un clásico escrito por Constantin Gheorghiu, absolutamente demoledor y brutal por los conceptos de inhumanidad, barbarie y terror al que es capaz de llegar el ser humano ¡Una novela capaz de herir cualquier sensibilidad!
De Constantin Virgil Gheorghiu hay que decir que nació en Valea Alba, una aldea de Moldavia, entonces parte de Rumanía. Su padre fue un sacerdote ortodoxo. De modo que Constantin pudo recibir una buena educación, llegando a estudiar filosofía y teología en Bucarest y Heildelberg.
Entre los años 1942/43, trabajó para el ministerio de Asuntos Exteriores de Rumanía, como secretario de Embajada. Se exilió en 1944, cuando las tropas rusas entraron en Rumanía.
Arrestado tras el final de la II Guerra Mundial por las tropas americanas, en 1948 se estableció en Francia. Un año más tarde publico La hora 25, novela escrita durante su cautiverio que le dio gran fama.
En 1952 estalló un gran escándalo sobre su persona al descubrirse que en 1941 había escrito publicaciones filo nazis y antijudías.
Nunca desautorizó claramente estos escritos. En 1963 se ordenó sacerdote de la iglesia ortodoxa rumana, en París. Tan solo veinte años después, en 1986, en sus memorias escribió: “Me avergüenzo de mí mismo. Me avergüenzo porque soy rumano, como los criminales de la “Guardia de Hierro”.
La hora 25 va a ponernos ante los ojos las muy diferentes formas de oprimir a un ser humano. Envidias, injurias, política interesada, nacionalismos, poder por encima de todo, dinero a costa de los demás, comentarios gratuitos, dañinos, falsos…
La historia comienza en Rumanía en los años previos a la II Guerra Mundial. Iohann Moritz, un campesino rumano sin recursos, se casa con la joven Susanna, hija de un cacique local, a la que ha dejado embarazada. Rechazados por toda la comunidad por miedo al cacique, al final recibe la ayuda del padre Koruga, y de su hijo Traían, un escritor de éxito. Con ello consigue estabilizarse y levantar su casa. La vida parece comenzar a sonreírle, hasta que Iohann es acusado, falsamente, de ser judío, por el gendarme jefe del puesto de Fantana, su pueblo natal, quien desea seducir a su mujer. Detenido y encerrado en un campo de concentración para judíos rumanos, Iohann comenzará un calvario de penalidades, que solo terminará trece años después.
La novela tiene mucho de autobiográfica, pero no se centra en una visión dualista de la guerra, sino en todo el sufrimiento añadido que ella conllevó: la deportación de judíos y trabajadores “esclavos”, la brutalidad de los campos, el exterminio nazi. Pero también analiza las brutalidades realizadas en el otro bando: las violaciones sistemáticas realizadas por el ejército rojo, la actitud egoísta de algunos judíos, capaces de dar de lado a quienes les habían ayudado con tal de conseguir su propia salvación, la ceguera de los vencedores declarando enemigos a la población de naciones enteras y actuando con sus ciudadanos con la misma inhumanidad con la que habían actuado los vencidos.
En definitiva, una novela kafkiana, donde el individuo queda anulado entre el engranaje de la nueva sociedad tecnificada occidental. El título de la obra: La hora 25, surge así queriendo simbolizar el momento en que toda tentativa de salvación se hace inútil. No es la última hora, sino una hora después: el tiempo del triunfo de la sociedad occidental.
La hora 25 es un libro de un tiempo que se fue, y de una literatura ya lejana y poco conocida. Pero es un libro con visos de genialidad, estremecedor; un libro para leer y releer.

1 comentario:

  1. Hola Mariano.
    No he leído la novela, pero sí vi la película hace unos años, protagonizada en 1967 por Anthony Quinn y Virna Lisi.
    Imagino que, como casi siempre, la película no hará honor al libro. Aunque leyendo tu reseña la he recordado, en lo que se refiere al argumento y a lo que describes, según lo que recuerdo, es bastante aproximada.
    Un abrazo.
    Pablo Vázquez

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