MOMENTOS PARA EL DIÁLOGO (XII) - PANDEMIA Y CAMBIOS - Momentos para discrepar

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jueves, 21 de mayo de 2020

MOMENTOS PARA EL DIÁLOGO (XII) - PANDEMIA Y CAMBIOS

Inteligente tarea es aquella de protegernos lo posible de todo aquello que nos amenaza. Pero si, aun así, la desventura nos llega, sabia actitud será saber aceptar con paciencia lo que no tiene remedio.
Nos ha surgido ahora un nuevo enemigo: este maldito virus que, no solo se está llevando por delante a cientos de miles de personas, sino que amenaza con destruir todo el sistema económico occidental, especialmente el denominado “Estado del bienestar”.
PANDEMIA Y CAMBIOS
 
Ante ello, no cabe menos que preguntarnos ¿Cómo lo digerimos? ¿Cómo lo vamos a afrontar?
Probablemente, uno de los mayores problemas devendrá del aumento de la población mayor: para final de siglo se calcula que el colectivo de personas mayores de sesenta y cinco años alcanzará los dos mil millones de personas. Sin lugar a dudas, la economía, en su planteamiento actual, no va a poder soportar tamaño incremento. De modo que no nos va a quedar otra que explorar nuevos modelos, incluidos el de repensar el papel social que deberán jugar las personas mayores.
Lo cierto es que, en el momento actual, los mayores van a volver a ser un colchón económico: atendiendo o ayudando a paliar las muchas dificultades de sus hijos y nietos, y de paso, muchas dificultades, también, de los servicios estatales del bienestar; toda vez que esos servicios e infraestructuras están diseñados para actuar en circunstancias normales, y no en situaciones de tanta excepcionalidad y tan duraderas como la que ha ocasionado esta pandemia global.
Pero si miramos el futuro a no muy largo plazo, no cabe duda de que habrá que reinventar un modo distinto de estar para este colectivo. Y ello va a suponer un cambio de moralidad importante.
Debemos ser conscientes de que son aquellas familias de miembros ya mayores, junto con las parejas jóvenes que tienen niños, los que más necesitan y van a necesitar ayuda de cuidadores; que éste servicio se va a convertir en un sector de capital importancia, y que habrá que prestigiarlo y normalizarlo como colectivo laboral, pues en la actualidad, más del veinticinco por ciento se encuentra fuera del circuito económico legal.
Pienso que, con toda seguridad, ésta va a ser una de las cosas que este virus va a cambiar. Y cuanto antes la afrontemos, mejor, porque si no, el sistema colapsará.
De modo que veremos el resurgir de nuevas concepciones del trabajo; fundamentalmente a través de las nuevas tecnologías a distancia, con una prolongación de la vida laboral posibilitada por la adaptación a estos cambios; al igual que se incrementarán las decisiones políticas cada vez más globales, sobre todo en sectores como la salud y el bienestar global: nacerán nuevas entidades transnacionales en el ámbito de la investigación y el comercio mundial; y habrá que cuestionarse el, hasta ahora, imparable proceso de urbanización. Y éste, junto con el reto de los mayores, será probablemente el nudo gordiano de la cuestión.
Porque la concentración en grandes urbes responde a un criterio de eficacia económica; evidentemente la concentración de servicios ahorra costes y mejora la eficiencia. Tanto, que en la actualidad sería impensable el mantenimiento de los niveles económicos occidentales con un sistema productivo disperso.
Pero no resulta inocuo dicho sistema, sino que presenta graves problemas y dificultades: abastecimientos básicos, transportes, individualismo e insolidaridad, producción de residuos, contaminación; y lo que es más importante, presentan una vulnerabilidad importantísima en cuestiones de salud pública y seguridad. Y el terrorismo urbano, junto con el COVID-19, lo acaban de confirmar. De modo que ésta será otra importantísima cuestión que habrá que afrontar.
En definitiva, por ir acabando, pienso que esta pandemia no ocasionará grandes cambios a corto plazo, salvo quizá un aumento de las separaciones y divorcios, una mayor proximidad en las relaciones sociales, y quizá un repunte del teletrabajo en el domicilio particular. Pero sí va a poner sobre la palestra los grandes retos sociales que vamos a tener que afrontar: afrontar y cambiar. Y las personas mayores, asociadas o no, tendrán mucho que decir en este vital cuestionamiento, si es que ha de persistir el modelo de Estado social que un día supieron implantar.

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