FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (VII) - PRISIONEROS DE LA RED - Momentos para discrepar

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viernes, 19 de junio de 2020

FILOSOFÍA Y SOCIEDAD (VII) - PRISIONEROS DE LA RED

Tan natural resulta el avance y uso de las nuevas tecnologías, como las repercusiones psicológicas y culturales de dichos avances, muy en especial las cuestiones de adicción, vigilancia y control, derivados de la implantación universal de Internet.
Porque muy lejos de ser democrática, la Red, ni es libre, ni es abierta. Y como ejemplo, basta ponderar el rasgo común que de su uso hacemos la mayoría; especialmente los jóvenes: tomamos el móvil con la intención de buscar algo, comenzamos a pasar de unos contenidos a otros, y al cabo de unos minutos ya ni nos acordamos de la primigenia razón por la que nos asomamos a la pantalla. Mientras tanto, hemos visto tanta información que somos incapaces de asimilarla.
ÓLEO DE MARÍA ARIAS
 
De este modo, el móvil se ha convertido en una especie de ventana que nos da acceso a todo lo que necesitamos; y a lo que no necesitamos también. Olvidarlo en casa se convierte casi en una catástrofe, haciéndonos volver raudos a por él, cual si de un elemento vital se tratara. Perderlo, eso supone el “no va más” de la angustia y desesperación.
Por tanto ¿quién maneja a quién? Somos nosotros los dueños del móvil, o es el móvil dueño de nosotros.
Es incuestionable que la red es adictiva, casi tanto como las drogas, aunque sería más correcto decir que está diseñada para que se convierta en adictiva. Además, genera impaciencia: un porcentaje muy elevado de consumidores abandonan la página que buscan si tarda más de tres o cuatro segundos en abrir. Además, el enganche que produce en nosotros suele ser gregario; esto es, más importante que ser aceptados, nos resulta el hecho de no ser rechazados socialmente. De ahí la importancia que le damos a los like y la contabilización de los seguidores: el objetivo es alcanzar miles de “amigos” virtuales de los cuales no conocemos ni sus rostros, ni sus detalles.
¿Por qué hemos llegado a este extremo? Pues porque vivimos en una sociedad infantilizada donde lo que predomina es el aburrimiento. Así que nos pasa como a los niños; necesitamos que nos diviertan. La Red se convierte así, más que en una fuente de conocimiento, en una fuente de entretenimiento. Por eso mismo se convierte en terreno abonado para las fake news, el insulto, la calumnia, la bronca; porque el bulo llega a más gente que la realidad, y la distorsión y la deformación caricaturesca siempre obtiene más réditos que la información rigurosa.
Existe, por tanto, una realidad virtual paralela, y lo peor es que ya hay demasiada gente que pasa más tiempo en ese reality show de realidad virtual, que en la pura realidad social.
El auténtico riesgo, verdadero peligro que deberíamos atisbar en esta situación, es ser conocedores, comprender el proceso de concentración de poder que se está conllevando; cada vez un menor número de empresas controlan todos los resortes: enorme fuente de poder en muy pocas manos. Y a diferencia del poder que ejercen las superpotencias, este se ejerce con una opacidad y un secretismo inquietante. El espionaje de nuestras vidas que amenaza con convertir nuestro mundo en un lazareto de cámaras y micrófonos siempre abiertos.
Vendemos nuestras vidas facilitando toda clase de datos porque a cambio recibimos todo lo que queremos de esa enorme red de control. Lo que ocurre es que lo que recibimos está adulterado y condicionado por el sistema: nos hacen querer lo que ellos quieren que queramos. En definitiva: es indudable los avances que nos ha traído Internet; pero es indispensable y urgente que nos rebelemos contra su poder. Nuestra esencia como seres humanos y nuestra libertad está en juego con ello.

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