Por el Grupo “El Sótano de los Libros”
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Mariano Velasco Lizcano |
Premio Periodístico Nacional “Salvad Las Tablas” año 2000, ostenta, así mismo, muy diversos galardones obtenidos en más de un centenar de concursos literarios, modalidad de cuento, narrativa breve, artículo periodístico y ensayos de ecología y educación ambiental. Desarrolló su Tesis doctoral bajo el título de “100 años en el desarrollo de la Cuenca Alta del río Guadiana: 1898-1998”, trabajo que obtuvo el 1º Premio de Investigación a Tesis Doctorales del Consejo Económico y Social de Castilla La Mancha, año 2004. Actualmente desarrolla una intensa actividad como escritor, conferenciante, ponente y divulgador de temas relacionados con esta problemática ecológica y social.
¿Cuándo empezaste a escribir? ¿Y a publicar?
"Hablemos del Acuífero 23" (Mariano Velasco Lizcano; Consejería de Obras Públicas de la J. C. Castilla-La Mancha; 2001) |
¿Cómo te inspiras para escribir?
Dios, patria, barro y sangre |
¿Cómo creas un personaje?
Mis personajes novelescos, sin excepción, devienen de personajes reales, sean figuras históricas, o hombres y mujeres desconocidos, pero con una vida real. En algunos casos, fundamentalmente en los personajes tratados por la historia, se mantienen sus nombres; en otros, generalmente en los comunes que corresponden a familias o sagas concretas, se utilizan nombres ficticios. Pero en todos los casos, las acciones de la trama se van a corresponder con sucesos acaecidos de forma real; aunque ello no impide que, según la trayectoria de la trama, tome o utilice algunos de los muchos recursos que ofrecen las técnicas literarias para modificar situaciones o ficcionar.
¿De dónde sacas los nombres de los personajes?
Mariano Velasco Lizcano |
¿Escribes a mano o a ordenador?
Soy de los que pienso que el hecho de escribir debe convertirse en una especie de acto voluptuoso del que uno obtiene placer. Es decir, escribir es un proceso tan personal, que debe realizarse de algún modo singular. Y, desde luego, en mi caso es todo un rito. Comienzo por escribir siempre a mano, en papel usado por una cara —rémora de mis tiempos ecologistas—, aprovechando la otra. Los folios los divido en tamaño cuartilla, y los bolígrafos han de ser, fundamentalmente, de tinta líquida, color negro o azul. Pero lo más personal de todo es la muy especial caligrafía que he desarrollado: siempre en versalita, utilizando una regla para que párrafos y renglones tengan una pulcrísima presentación. Me es imposible escribir de otra manera. Y es cierto, que he personalizado tanto mi modo de escribir, que no todo el mundo puede comprender esos escritos manuales. Esto debe de ser una especie de patología, ¿no?
¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
Normalmente suelo llevar varias lecturas en marcha y al unísono. Pero, últimamente, me gusta leer obras de autores nóveles. Y aunque es verdad, que la facilidad de publicación ha inundado el mercado de obras de muy poco valor, en muchas ocasiones pésimamente escritas, sin ortografía ni oficio, de vez en cuando se encuentran cosas geniales. Son esos casos en los que uno se dice: “Qué pena que alguien que escribe así nunca vaya a ser reconocido como escritor de fama y éxito”. Por eso yo me planteo mi propia cruzada, y les invierto mi tiempo reseñando sus obras y difundiéndolas por todos los medios a mi alcance. Es mi forma de decirles: “Está muy bien; ha sido un placer leerte. Te seguiré”.
"Siroco" (Serie España en Guerra) |
"Carne de cañón" (Serie España en Guerra) |
¿Cuál es tu escritor favorito?
No tengo escritores favoritos, me gustan las obras, y serían demasiados por nombrar. Pero dentro del panorama nacional, me interesa mucho la novela de posguerra, con sus grandes representantes: Delibes, Torrente Ballester, Sampedro. Y bastantes actuales. Pero insisto: soy hombre de obras, de títulos, más que de escritores.
¿Recuerdas el primero que leíste?
Momentos para el diálogo |
Por supuesto. Pero me gustaría explicar cómo llegué a él. Desde niño fui muy amante de la historia de la II Guerra Mundial, me encantaban aquellos tebeos de “Hazañas Bélicas”, por no decir el cine bélico: era mi obsesión. Y como había unos soldados que siempre perdían, que eran los alemanes, y yo siempre he remado contracorriente, pues desarrolle una especie de simpatía por aquellos que perdían. Evidentemente era demasiado niño para saber nada del holocausto, del horror y la destrucción que la guerra ocasionó, del sufrimiento de tantos inocentes. Para mí, un niño, insisto, eran historias de soldados, nada más. Tendría diez o doce años, cuando en el escaparate de una librería vi un libro cuya portada era de un “panzer” alemán. La novela se titulaba, “Los panzers de la muerte”. Me quedé prendado. Su precio era de veinticinco pesetas, en la edición de bolsillo de Reno. Por entonces mis padres me asignaban cinco pesetas cada domingo. De modo que estuve cinco semanas sin gastar nada para poder comprar el libro. Y eso en la Mancha, en un pueblo rural profundo, donde no se veía un libro en casa ni por casualidad, ya suponía una auténtica rareza personal. Desde allí, ya no pude parar.
De todos tus libros ¿cuál es tu preferido? ¿Por qué?
Esta es quizá la pregunta más difícil de contestar, porque para cualquier escritor todas sus obras son preferidas; al fin las ha pensado, las ha escrito, las ha parido… Pero si tuviera que elegir alguna, no sería una de mis novelas, sino un pequeño opúsculo que escribí con temas personales de autoayuda: “Momentos para el diálogo”.
Debo decir que, por razones que no vienen al caso, he leído muchísima literatura de autoayuda, quizá porque la necesitaba, quizá porque piense que, de alguna forma, en algunos casos, puede servir de ayuda a los demás. Yo reflexioné mucho sobre ello. Y sigue siendo un tema que me encanta tratar. De ahí que sobre “Momentos para el diálogo” tenga una predilección especial. Hay mucho de mí en él.
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