GRIS AMANECER - Momentos para discrepar

Lo último:

Anuncios adaptables aquí (0)

Anuncios adaptables aquí (1)

jueves, 5 de marzo de 2020

GRIS AMANECER

He despertado y me ha sorprendido el silencio. Era un silencio tan denso y pesado, que me ha hecho ponerme a transpirar cubriendo mi cuerpo como si fuera un sudario. Lo he comprendido enseguida: me encontraba de nuevo ante un ataque de pánico. El reloj, con sus números rojos, tan pánfilos ellos, indicaba las cinco y treinta y siete de la mañana.
Inmediatamente he iniciado mis técnicas de autocontrol. Al fin, después de tantos años, uno llega a aprender lo que tiene que hacer ante estos casos. Lo que no significa que siempre se consiga dominar el miedo. Pero, insisto, aun así, cuando me ocurre, me pongo a ello. Y esta madrugada no había de ser una excepción. De modo que, inmediatamente, he tratado de desviar mi mente de esos síntomas de ansiedad: la falta de aire, la taquicardia; buscando refugiarme en otros pensamientos. Y como leo mucho, muchísimo, sobre estos temas, he tratado de recordar lo último que leí, precisamente esa misma noche, antes de dormir. Trataba sobre la idea de que la actitud diaria es una especie de elección; esto es, que cuando eres consciente de que estás bajo de ánimo, o de que vas a tener un día gris, tú mismo tienes que hacer por cambiar esa actitud ¿Cómo? Pues poniéndote a valorar las cosas buenas que tienes.
MOMENTOS PARA EL DIÁLOGO
 
He vuelto la cabeza, y he contemplado esa leve luz plateada de la luna que se filtraba a través de las cortinas. Y en lo primero que he pensado ¡Qué curioso!, ha sido en mis nietos: dos bebes y una pequeñina, todos sanos y preciosos. Luego, en mi estabilidad familiar y personal, y en lo mucho que me queda por escribir. Y mientras, apenas sin darme cuenta, he dejado de sudar.
Lo cierto, recordé haber leído en alguna parte, es que el estado natural del ser humano es estar alegre; que el desánimo no es lo normal. Por tanto, es una situación que depende absolutamente de uno mismo. Porque lo más fácil en la vida es acomodarse, quejarse continuamente de las cosas y no hacer absolutamente nada por remediarlas. Pero quejarse todo el día, amarga. Y amarga a las personas que están contigo; te impide, además, ser feliz.
Y a ser feliz, si es que éste ha dejado de ser el estado natural, se puede aprender. Porque se puede reaprender a vivir con alegría. Al menos en teoría. Porque los miedos, las parálisis, la preocupación excesiva, son fruto de lo que aprendimos en nuestras casas. Y ese guion aprendido es inconsciente. De modo que esforzarnos por comprenderlo, libera. Solo cuando comprendes qué te hace ser como eres, podemos trabajar contra ello, rebelarnos, aplicarnos todo lo que conlleva al polo opuesto.
Pero no es fácil, aunque debería serlo, porque la autovacuna es sencilla: valorar cada día lo bueno que tienes, y procurar, todos los días, sin excepción, hacer algo, por poco que sea, para ayudar a los demás. Porque si no podemos cambiar las circunstancias, sí podemos elegir cómo reaccionar frente a ellas.
Y en estas estaba mi mente, cuando he podido darme cuenta de que mi ataque de pánico había cesado. Después me he dormido con placidez

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar...

Anuncios adaptables aquí (2)