MANCHA HÚMEDA (XIV) - RUIDERA: LA MOVILIZACIÓN - Momentos para discrepar

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martes, 31 de marzo de 2020

MANCHA HÚMEDA (XIV) - RUIDERA: LA MOVILIZACIÓN

El mimético acto de deforestar para transformar grandes extensiones de encinares y sabinares en intensivas explotaciones agrarias de regadío, pronto se extendería al resto de los predios del Campo de Montiel. En Villanueva de la Fuente, de modo inmediato a que se pusiera en producción la finca “El cuartico” con la perforación de varios sondeos de más de ciento cincuenta metros, los niveles del freático comenzaron a bajar. En consecuencia, los manantiales y fuentes tradicionales de Villanueva, se secaron en su totalidad. Y el asunto pasó a convertirse en un problema público imposible de soslayar.
RUIDERA: LA MOVILIZACIÓN
 
En el verano de 1987, el Ayuntamiento de Villanueva exigió a las autoridades el cierre administrativo de los pozos. Se convocó una manifestación ciudadana para el día 8 de agosto; pero, aun así, la Administración no respondió. Y las cosas se “salieron de madre”: unos días después, una manifestación incontrolada derribó las columnas del tendido eléctrico que alimentaba las bombas y pívots del “Cuartico”. La respuesta oficial fue el envío de los antidisturbios de la Guardia Civil: ¡La Guardia Civil enfrentada a campesinos y jornaleros! Era algo inusitado en un medio rural tan apartado.
Sin embargo, los enfrentamientos se produjeron, lo que obligó al Gobierno Civil a suspender la reposición de los postes de forma cautelar.
Lo cierto fue que, solo cuando faltó el agua para beber, la población se involucró. Y ya el asunto no tuvo vuelta atrás. Se sucedieron unos meses de luchas, enfrentamientos, tensiones, detenciones… Hasta que, en abril de 1988, el Gobierno promulgó el RD 393/88 por el que se declaraba provisionalmente sobreexplotado el acuífero 24 del Campo de Montiel. Un año después se publicaría la declaración oficial de sobreexplotación.
Con ello pareció que, al proteger oficialmente el acuífero, soporte hídrico del parque natural, había cambiado el marco, y ahora sí, ahora Ruidera había entrado de lleno en el plano del cuidado y la conservación medioambiental.
Pero no fue así. De nuevo la realidad se mostraba más tozuda que la legalidad impresa sobre el papel. Porque los incumplimientos masivos de los regímenes de explotación, por parte de los grandes propietarios, fueron la moneda de cambio habitual: se inutilizaban los caudalímetros, se impedía el paso a los guardas de la Confederación, se seguía regando a mansalva, y allí no había poder administrativo ni fuerza pública capaz de poner orden a la cuestión ¿Hasta cuándo? Hasta que unas reformas de la PAC permitieron que llegaran dineros desde Europa, hasta las manos de estos terratenientes a cambio de dejar de regar. Y así ha venido siendo, de una u otra forma, hasta hoy. En realidad, de nuevo los poderosos del agro habían ganado el tirón: fondos europeos directos a sus bolsillos, a cambio de menos hospitales, menos infraestructuras, menos desarrollo rural, y un “as” siempre en su manga: la amenaza de volver a regar en cuanto faltara la subvención.
Meditaba estos recuerdos durante aquel día que caminaba hacia las Hazadillas. Allí, pasmado frente al burbujear del agua limpia y clara, no podía dejar de pensar en ello; al igual que no podía dejar de pensar en que siempre, desde los liberales tiempos de las desamortizaciones por el Estado, la gran propiedad siempre fue el Leviatán de Ruidera; su gran amenaza, el caballo de Atila sobre aquel medio social: vidas lúgubres y miserables, siempre mendigando un jornal, caza y pesca furtiva para poder acompañar con “algo” un mendrugo de pan. Y entre medias: esparto y tomiza para las mujeres. Y penar y penar: ¿Cómo no va a ser Ruidera y sus gentes como son?; si solo la llegada de la invasión masiva del turismo les salvó de esa situación.
Pero, les “salvó” realmente…
RUIDERA: LA MOVILIZACIÓN
 

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